Que el fuego ilumine nuestros pensamientos,
que los haga verdaderos, buenos y justos.
Que nos
impida resignarnos con menos.
Que el fuego ilumine
nuestra mirada.
Que nos abra los ojos al placer de
compartir
todo lo bueno de la
vida.
Rogamos al fuego que nos aleje de aquello
que no nos pertenece
por derecho.
Que el fuego caldee
nuestros labios,
para que podamos
decir la verdad
con palabras amables
que sirvan y estimulen a otros.
Que el fuego habite
en nuestros oídos,
para que podamos
escuchar de verdad,
para que podamos oír
el rumor del agua
y toda la creación y
el Ensueño.
Que nos proteja de las habladurías
y de todo aquello que
pueda hacernos daño
y causar el quebranto
de nuestra familia.
Que el fuego habite
en nuestros brazos
y manos para que podamos ser útiles y construir el
amor.
Que el fuego habite
en todo nuestro ser, en nuestras piernas y pies,
para que podamos
caminar sobre la tierra
con reverencia y
respeto, para que podamos
avanzar por la senda
del bien y la verdad,
sabiéndonos a salvo
de apartarnos
de aquello que no es
verdadero.