La leyenda de “El Dorado”
Ceremonia del indio dorado
La ceremonia del indio dorado de la laguna de Guatavita fue la que probablemente
dio origen a la leyenda del mítico reino dorado.
Desde tiempos remotos la laguna de Guatavita era el centro
de adoración
de una deidad desconocida que se
manifestaba en forma
de un pequeño dragón o culebra al cual otorgaban ofrendas.
Luego,
según las crónicas, ocurrió una tragedia en las aguas de la laguna cuando la
Cacica
se
arrojó a sus aguas junto a su hija acusada de infidelidad por parte del Cacique.
Se
suponía que ambos vivían en un maravilloso templo ubicado en el fondo de la
laguna.
Más
tarde se instauró la ceremonia religiosa que debía ser realizada
por los
futuros caciques antes de ejercer el poder.
Allí el
gobernante debía ser cubierto totalmente con polvo de oro
y luego
trasladarse en balsa al medio de la laguna donde
arrojaba
objetos de oro y esmeraldas en símbolo de ofrenda.
Sin
embargo, esta ceremonia había dejado de llevarse a cabo
mucho antes de la
llegada de los españoles.
Lago Parima y la ciudad de El Dorado en un mapa de
1625.
El
Dorado es un legendario reino o ciudad, supuestamente ubicado en el
territorio del antiguo Virreinato de Nueva
Granada, en una zona donde se creía que existían abundantes minas
de oro. La leyenda se origina en el siglo
XVI, en Colombia, cuando los conquistadores
españoles tienen noticias de una ceremonia realizada más al norte
(altiplano
cundiboyacense), donde un rey se cubría el cuerpo con polvo de oro y
realizaba ofrendas en una laguna sagrada. Hoy en día se sabe que este pueblo era
el Muisca y el sitio donde se realizaba la ceremonia habría
sido la laguna de
Guatavita (Colombia). La noticia de la riqueza muisca atrajo hasta la
sabana de
Bogotá a expediciones originadas en Quito (Ecuador), Santa
Marta (Colombia) y Coro (Venezuela). La supuesta existencia de un reino
dorado motivó numerosas expediciones y se mantuvo vigente hasta el
siglo
XIX, aunque su localización se fue trasladando desde
Colombia hacia las Guayanas,a medida que
avanzaba el proceso de conquista y colonización del territorio
sudamericano.
La
historia sobre las grandes riquezas de Sudamérica se inicia en
Panamá, cuando el conquistador Vasco Núñez de
Balboa emprende las primeras expediciones hacia el interior del
istmo. En su camino, los
españoles se cruzan con la tribu del indio Comagre, del cual reciben esclavos y
algo de oro, entre otras cosas. Según las crónicas, cuando Núñez de Balboa
realiza el reparto del oro entre los soldados, se produce una riña entre algunos
españoles inconformes con la partición. En ese momento, Panquiaco, hijo mayor de
Comagre, golpea la balanza, y dice :
" Si yo supiera, cristianos, que sobre mi oro habíades de reñir,
no vos lo diera, ca soy amigo de toda paz y concordia. Maravíllome de vuestra
ceguera y locura, que deshacéis las joyas bien labradas por hacer de ellas
palillos, y que siendo tan amigos riñáis por cosa vil y poca. Más os valiera estar en vuestra tierra, que tan lejos de aquí
está, si hay tan sabia y pulida gente como afirmáis, que no venir a reñir en la
ajena, donde vivimos contentos los groseros y bárbaros hombres que llamáis. Mas
empero, si tanta gana de oro tenéis, que desasoguéis
y aun matéis los que lo tienen, yo os mostraré una tierra donde os hartéis de
ello ".
Maravillados los españoles le preguntaron a cuanta
distancia estaba de allí, a lo que Panquiaco respondió que se llamaba "Tumanamá"
y que estaba a seis jornadas de distancia, aunque en su camino debían atravesar
unas sierras antes de llegar a la otra mar. Por intermedio de este relato es que
en 1513 Vasco Nuñez de Balboa va a descubrir el Océano
Pacífico, al cual va a bautizar con el nombre de
"Mar del
Sur".
que dieron origen a la leyenda de El Dorado.
... En aquella laguna
de Guatavita se hacía una gran balsa de juncos, y aderezábanla lo más vistoso
que podían … A este tiempo estaba toda la laguna coronada de indios y encendida
por toda la circunferencia, los indios e indias todos coronados de oro, plumas y
chagualas … Desnudaban al heredero (...) y lo untaban con una liga pegajosa, y
rociaban todo con oro en polvo, de manera que iba todo cubierto de ese metal.
Metíanlo en la balsa, en la cual iba parado, y a los pies le ponían un gran
montón de oro y esmeraldas para que ofreciese a su dios. Entraban con él en la
barca cuatro caciques, los más principales, aderezados de plumería, coronas,
brazaletes, chagualas y orejeras de oro, y también desnudos … Hacía el indio
dorado su ofrecimiento echando todo el oro y esmeraldas que llevaba a los pies
en medio de la laguna, seguíanse luego los demás caciques que le acompañaban.
Concluida la ceremonia batían las banderas ... Y partiendo la balsa a la tierra
comenzaban la grita ... Con corros de bailes y danzas a su modo. Con la cual
ceremonia quedaba reconocido el nuevo electo por señor y
príncipe. Juan Rodríguez
Freyle
Todo
comenzó en la aldea de Guatavita, poblado lacustre de la Laguna del mismo
nombre, ubicado más o menos a 50 kilómetros al norte de Bogotá.
Sorprendida la mujer del Cacique de Guatavita en flagrante
adulterio, fue condenada a un inmundo e infame suplicio.Para que no olvidara
nunca el pecado cometido, el Cacique ordenó que los indios cantaran el delito
durante sus borracheras y corros, no solo en el cercado y casa del Cacique, a la
vista y oídos de la mujer, sino en la de todos sus vasallos, para escarmiento de
las demás mujeres y castigo de la adúltera. Desesperada, la cacica se lanzó con
su hija a la laguna de Guatavita donde pereció ahogada.Angustiado y lleno de
remordimientos, el Cacique se abandonó a los consejos de los sacerdotes para
expiar la muerte de su esposa y de su hija. Los sacerdotes le hicieron creer que
su mujer vivía en un palacio en el fondo de la laguna y que debía honrarla con
ofrendas de oro.
El
origen del mito de El Dorado, el más famoso de cuantos estimularon la
exploración y conquista del continente americano, se remonta al año 1534, en que
un indio del territorio que hoy ocupa Colombia reveló a los españoles una de las
ceremonias rituales del cacique Guatavita, que había de
despertar la codicia de soldados y aventureros.
Cubierto el cuerpo desnudo con polvos de oro que se
adhería a su piel mediante una tintura de trementina, el cacique, ante su
pueblo, se embarcaba solo en la laguna de Guatavita; al llegar al punto en que
se cruzaban dos cuerdas tendidas perpendicularmente de orilla a orilla, se
bañaba y arrojaba al agua, en honor de la divinidad, valiosas ofrendas
consistentes en piezas de oro y esmeraldas. Igual homenaje rendían sus
súbditos.
Basada en un hecho cierto, según se ha podido comprobar al
estudiar las costumbres de los chibchas, la leyenda del indio dorado fue divulgada
por los conquistadores, se extendió por el norte de América Meridional,
descendió al Perú, y de allí pasó, algunos años más tarde, al Río de la Plata;
pero no tardó en asimilar nuevos y fabulosos elementos que la desvirtuaron
totalmente.
El
mito concluyó por no guardar relación alguna con el cacique dorado, y se llamó El Dorado
a las regiones auríferas y diamantíferas de distintos lugares de América,
absolutamente imaginarios, a los que se creía emporio de riquezas incalculables.
En
busca de El Dorado salieron muchas expediciones, tantas que en 1538, y en el
plazo de una semana concidieron en las ya desoladas zonas de Guatavita las tres
que dirigían Belalcázar,
Federmann y Jiménez de Quesada,
procedentes del Perú, Venezuela y Santa Marta,
respectivamente.
Sir Walter Raleigh sobresale entre los
extranjeros a quienes deslumbró la célebre leyenda, y que llegaron a América en
pos de una quimera que tuvo también en Europa fervorosos
propagandistas.
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