La que nunca duerme ... dicen que está triste ya ... y muchas luces se apagaron ...
¡ Corrientes, por la noche ! Mientras las otras calles honestas duermen para despertarse a las seis de la mañana, Corrientes, la calle vagabunda, enciende a las siete de la tarde todos sus letreros luminosos, y enguirnaldada de rectángulos verdes, rojos y azules, lanza a las murallas blancas sus reflejos de azul de metileno, sus amarillos de ácido pícrico, como el glorioso desafío de un pirotécnico.
La calle que se quiere, que se quiere de verdad. La calle que es linda de recorrer de punta a punta porque es la calle de vagancia, de atorrantismo, de olvido, de alegría, de placer.
El Obelisco
Un día ya no podremos partir.
Repentinamente, se habrá hecho tarde.
No importará desde dónde
o hacia dónde era el viaje.
Tal vez hacia el otro extremo del mundo
o sólo desde uno hacia su sombra.
Dibujaremos entonces la figura de un pájaro
y la clavaremos encima de la puerta
como blasón y memento,
para recordar que tampoco existe
la última partida.
Y la lanza,
que ya estaba clavada en el suelo,
sólo se hundirá un poco más.
(Juarroz, XIV poesía vertical)