EL REGALO
Barrio de Saavedra
Esa misma noche Papi llegaba de un viaje importante: llegaba de Holanda por cuestiones de trabajo.
Yo no tenía idea de qué se trataba, pero mami había dicho las palabras mágicas: "muy importante" y eso me emocionaba.
La familia partió desde el barrio de Saavedra hacia al aeropuerto de Ezeiza.
Yo estaba de lo más ansiosa: me imaginaba a papi bajando las escaleras del avión mientras sonaban las trompetas. Papi saludando a la multitud. En tierra, una comitiva que lo esperaba: señores importantes de traje y corbata. Tal vez algún ramo de flores otorgado por una niñita rubia de bucles y vestidito vaporoso.
Para mi desilusión, salió por una puerta que decía VIP.
VIP... ¿Qué querían decir esas tres letra mayúsculas que asemejaban al sonido de un hipo?
A la llegada se le sucedieron grandes saludos, besos y abrazos. Recuerdo que papi alzó a mami y dio una vuelta entera con ella alzada. Fue muy romántico.
NOTA: Eso le costó una hernia y una posterior cirugía.
Luego, el regreso un poco apretado en el auto.
Charla entusiasmada como siempre después de un viaje: Están los que quieren saber, los que disimulan que quieren saber y, por sobre todo, el viajero que ¡se muere por contar!!!
Ya en la casa de la calle Deheza, los regalos que se podían traer en la valija y las explicaciones del caso:
1 - Una chalina de seda para mami
2 - Un hermoso prendedor en forma de tulipán para la abuela
3 - Elementos en cuero ribeteado en oro para el escritorio del abuelo.
4 - Chocolates para los chicos (léase mi hermano y yo).
NOTA: Chocolates que no pudimos ni probar porque era de noche y nunca, nunca jamás mami nos permitiría comer dulces antes de dormir.
Es mi deber dejar consignado muy claramente esto para que el mundo se entere de la falta de libertad que tenemos los niños a la hora de dormir.
- Lo demás, está embalado en unas cajas que llegan mañana, aclaró papi.
EMBALADO: Nada que ver con balas ni armas como sostuvo mi hermano entusiasmado.
Efectivante, al día siguiente llegaron unas cajas. Me remitiré al tema que nos convoca hoy: mi regalo.
Era una caja de unos 50 cm. de altura. La abrí con ayuda de papi y emergió ... una holandesa! Una gran muñeca vestida de holandesa. Me informó papi que se llamaba Lilí ¡Estos holandeses tan organizados! ¡La muñeca ya venía con nombre personalizado!
Lilí era rubia y de ojos celestes (como debe ser toda holandesa que se precie de tal).
- Su pelo es natural, explicó papi (lo cual me dio un poco de impresión).
La carita y las manos eran de de porcelana según mi abuelita que aportó lo suyo. Lucía una cofia típica de encaje holandés, esas que tienen las puntitas laterales para arriba. Blusa blanca, corselete negro, pollera fruncida floreada, medias blancas y zapatitos negros charolados. En sus manos un ramito de tres tulipanes. Hasta acá, todo bien.
Lo complicado vino cuando papi explicó los detalles técnicos:
Lili caminaba, Lilí movía los bracitos en forma alternada de atrás para adelante, Lilí abría y cerraba los ojos y los movía de lado al otro, Lilí movía su cabeza cuando caminaba, Lilí decía "mamá" en cinco idiomas y emitía un extraño graznido de ganso acatarrado cuando lloraba. (¡Porque también lloraba!)
Yo miraba espantada a la muñeca: Lilí..¡Lilí era un monstruo!
Ante mi silencio, papi preguntó:
- ¿Te gusta, Katy? ¿Te gusta? Vi su expresión expectante.
- Me encanta, papi! Es la muñeca más linda del mundo! (Lo cual no quería decir nada porque debido a mi corta edad no había tenido oprtunidad de ver muchas muñecas ni mucho mundo).
La hermosa sonrisa de papi justificó la inexactitud de mi afirmación.
Nos fuimos a dormir. Mami colocó a Lilí sobre el baúl de modo que yo pudiera verla. Lilí había quedado con los ojos mirando de costado, lo cual le daba un aire taimado. La tapé con una funda de almohada.
Y Lilí pasaba de la caja a la funda cuando papi no miraba.
Estimulaba esta situación de encierro un agitador involucrado en la escena: el tío Bebe, hermano menor de mami, experto en historias nunca comprobadas ni chequeadas, de niños asesinados por sus muñecos diabólicos.
Y la vida continuó post llegada de Lilí.
Nunca me quedó claro por qué mami y papi se separaron. Papi se fue a vivir al extranjero. Yo me recibí de profesora, me casé y me mudé varias veces, alejándome del querido Saavedra, el barrio de mi infancia y en todas esas mudanzas estaba Lilí en la caja o en la funda, estorbando, trayendo un factor más de preocupación y estrés: que no se le quiebre un dedito, que no se raye su rostro de porcelana, ¡No le apoyen cosas pesadas a la caja de Lilí!
Nacieron mis niños y siempre, siempre me acompañaba Lilí. Era un tributo a mi padre, al amor de mi padre por mí.
Un día regresé al barrio de Saavedra a una casa más cerca del parque. Y conmigo regresó Lilí que, con tanto zangoloteo, había quedado bizca, con un zapato de menos y algo despeinada.
Una mañana, una llamada telefónica anunció la visita inesperada de papi: Había llegado del extranjero y quería ver a sus nietos.
Rápido!!! A sacar a Lilí de su cadena perpetua y ponerla en un lugar bien visible!
Lilí observaba la escena con su ojo bizco: papi abrazando y besando a los niños.
Papi miraba con aprobación el living luminoso cuando sus ojos se posaron en Lilí.
- Uhhh...¿Todavía sobrevive esta muñeca?
- ¡Por supuesto! Siempre está conmigo. Recuerdo tu cara cuando me la regalaste. Tenías miedo de que no me gustara, no? La debés de haber elegido con mucho cuidado ...
- Yo no la elegí, dijo papi. Fue un regalo del intendente de Amsterdam "para mi hijita". ¡Qué suerte que te haya gustado tanto! A mí esta muñeca siempre me pareció medio siniestra.
Autora: Andrea Gaos Keller