Hacia fines de la Edad Media, era costumbre en España colgar un ramo en la puerta de las tabernas para indicar que no se trataba de viviendas particulares y llamar de esta manera la atención de los clientes. Como estaba prohibido el ejercicio de la prostitución, las prostitutas disimulaban el lugar colgando en su puertas un ramo, como si se tratara de tabernas. Por esa razón, las comadres empezaron a llamarlas rameras, una palabra que les sonaba más púdica que prostituta.
Pero si vamos a la historia antigua, En el código Hammurabi, escrito en el 1.700 a.C por el rey de Babilonia Hammurabi, en la Antigua Mesopotamia, ya nos habla de esta profesión. Aquí se regulan los derechos particulares de unas mujeres llamadas hieródulas. Éstas eran sacerdotisas sensuales y bellas que practicaban las artes amatorias con un fin sagrado. Su nombre original se ha perdido, pero su nombre viene de los griegos, que las llamaban hieródulas (que significa «esclavas del templo» o «esclavas sagradas»).
Hay que entender que en la antigua mesopotamia, la práctica del sexo no estaba mal vista sino que significaba un símbolo de fertilidad. Es por eso que estas sacerdotisas estaban en el templo levantado en honor a la diosa babilona Ishtar.
Ishtar era la diosa de la fertilidad, el amor, la belleza y la sexualidad.
Las hieródulas, eran muy respetadas en la sociedad porque sólo las más hermosas, devotas, íntegras e inteligentes eran aceptadas cada año de entre cientos de mujeres que intentaban ser admitidas. Era como los castings actuales de las super modelos.
Las que eran admitidas, iniciaban su entrenamiento desde una edad muy temprana. Y sólo empezaban a participar en ceremonias sexuales a partir de su primera menstruación. Era la señal que se consideraba que ya estaban listas.
Según los historiadores griegos Heródoto y Tucídides, en Babilonia las mujeres tenían la obligación de acudir al Templo de Ishtar para practicar sexo con un extranjero como muestra de hospitalidad. Esto lo debían hacer al menos una vez en su vida y a cambio de un pago simbólico.
Una vez al año, se celebraban las festividades sagradas en el templo. Y las sacerdotisas mantenían relaciones sexuales con los hombres que acudían a participar a estas celebraciones. La decoración para estas ocasiones se hacía con ramos de flores como símbolo de fertilidad.
Con el paso de los siglos, en las civilizaciones venideras, todo esto cambió. Toda simbología religiosa se perdió, pero persistieron tanto la prostitución como los ramos de flores.
Parece ser, que en algún momento de la historia las prostitutas usaron la técnica de colgar un ramo de flores en su puerta. Era una manera sutil de informar a los clientes de que allí podrían obtener sexo pagando. Debido a esto a las prostitutas se les empezó a llamar rameras, por lo del ramo en la puerta. Y esta palabra quedó como un sinónimo de prostituta.