LA LEYENDA DE LA FAMILIA BAGLEY
Melville Sewell Bagley nació en Bangor, Maine, el 10 de julio de 1838.Luego de iniciada la Guerra Civil estadounidense, emigró a Buenos Aires en 1862.
Melville se inicia como empleado de la droguería La Estrella, en San Telmo, cuyos dueños eran los hermanos Demarchi, quienes por entonces ya comercializaban productos digestivos. Esa influencia, sumada a los naranjos de su casona en Bernal lo llevaron a producir el que sería el más reconocido de sus productos: la Hesperidina, elaborada con cascaras de naranja. Pronto se asocia con uno de sus patrones: Antonio Demarchi e inauguran una casa de licores. Convencido del éxito que le aguardaba, se lanzó con una denodada, original e insistente campaña publicitaria en toda la ciudad hacia fines de 1864. Se anunciaba que era una bebida curativa que prevenía úlceras y alergias. Bitter estomacal de corteza de naranjas amargas. Un licor exquisito de mesa para disponer el apetito y facilitar la digestión de los alimentos.
La novedosa comunicación acaparó la atención de los consumidores, y desde el día del lanzamiento del brebaje se registraron ventas extraordinarias. Hesperidina era un preferido de las damas pese a su alta graduación alcohólica (26 por ciento).
En 1866 se comienza a envasar en su tradicional botella con forma de barril, con el rostro de Melville en la etiqueta frontal. La aceptación del tónico era unánime. Durante la guerra contra Paraguay, la Hesperidina se suministraba en los hospitales de campaña para recomponer a los heridos. El famoso perito Francisco Moreno siempre llevaba consigo una botella de Hesperidina durante sus duras exploraciones patagónicas.
Bagley descubre que en Uruguay le habían copiado la idea, entonces levanta una demanda que gana y trae aparejada la creación de la primer Oficina de Patentes y Marcas de Argentina, en donde el primer producto registrado es, por supuesto, la Hesperidina.
En 1875 lanza al mercado las galletitas Lola. Poco después, comercializa la exitosa mermelada de naranja Bagley, hecha con la pulpa de las naranjas usadas para producir Hesperidina. Por entonces surge el primer slogan de la historia comercial argentina: Las 3 cosas buenas de Bagley (la bebida, las galletitas y la mermelada). Todos los productos fueron aceptados por la población y pasaron a formar parte de la idiosincrasia porteña.
Las galletitas Lola eran muy populares por ser artesanales, deliciosas y saludables. Los médicos la recetaban a los pacientes de los hospitales. Por ese motivo, cuando moría alguno, decían “ese no quiere más Lola”, frase que perduró y sigue siendo pronunciada en la actualidad sin siquiera sospechar su origen.
La variedad de galletitas se fue incrementando. Cada una tenía su propia identidad y algunas lograron trascender en el tiempo: Chocolinas, Criollitas, Rumba, Amor, Merengadas, Ópera.
Hacia fines del siglo XIX las más populares eran las Mitre y las Adelina. Las primeras en homenaje el primer presidente argentino y las otras en honor a la soprano más famosa del mundo: Adelina Patti, quien a fines de la década del ochenta hizo temporada en el Politeama Argentino en dos oportunidades.
Melville Bagley muere inesperadamente el 14 de julio de 1880, víctima de un ataque de apoplejía o falla cardíaca (así figura en los registros legales). Tenía apenas 42 años de edad. Sus restos fueron inhumados en el Cementerio Británico de Buenos Aires.
Su esposa inglesa, Mary Jane Hamilton, más conocida como Juana Hamilton, se hizo cargo de la dirección de la empresa. Habían tenido ocho hijos, todos nacidos en Argentina.
La muerte de Melville no perjudicó a la firma M.S. Bagley y Cía. Ltda., que siguió creciendo y ampliando su popularidad. En 1891, Juana Hamilton adquiere un terreno en la localidad de Barracas, sobre la Avenida Montes de Oca, que le compra a la viuda de Eugenio Cambaceres. Allí levantan la famosa fábrica de Bagley, que comienza a funcionar en 1892, y es, además, el domicilio legal. La planta se convertiría en un icono del barrio.
Se llegaron a fabricar 6.000 kilos de galletitas por día. Justo al lado de la planta se construyó su vivienda la viuda de Melville Bagley. Fue vecina de Luisa Bacichi y Rufina Cambaceres, con quienes tenía trato y de vez en cuando visitaba o recibía para tomar el té. Murió el 14 de julio de 1902, pocos días después que su joven vecina.
En la actualidad, el consumo de galletitas en Argentina es de 12 kilos anuales per cápita, el más alto del planeta. La influencia de Bagley ha sido fundamental para lograr que sus productos sigan formando parte de la idiosincrasia nacional. Sus productos se siguen comercializando en la prestigiosa empresa nacional Arcor.
Fuente: Rufina Cambaceres
Historia Visual Argentina (HVA)