La dote, costumbre en extinción,
era el patrimonio cash que la familia de la futura esposa entregaba al novio al
casarse; proporcional en general al poder adquisitivo del futuro esposo y
porqué no de la falta de otros atributos de la novia, que con el grosor de la
cifra que ofrecía el padre se veía ayudada a veces a conseguir candidato de
poder económico proporcional. Con el tiempo la dote se fue convirtiendo en el
ajuar, una dote en objetos en realidad, que evitaba el riesgo de los cazadotes,
langas dados al curro, digamos.
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