Pero este comienzo, que suena a colegial, elemental apunte de historia, es apenas la cáscara de dos vidas cortas y turbulentas de poder, sexo, conspiraciones, crímenes, suicidios, corrupción.
A ellas vamos …
Valeria Mesalina y su familia eran los parientes pobres, la rama caída del clan Julia. Sin dote, esencial para atraer a un hombre de peso y fortuna, no tuvo otra salida que casarse con Claudio, tío del demente y brutal emperador Calígula.
Ella tenía 16 años. Él, ¡52! Y con dos matrimonios y dos divorcios en su espalda. Un senador rico, viejo, de grotesca figura, rengo, tartamudo, y tenido –erróneamente– por idiota: fue un gran gobernante y estratega militar muy querido por su pueblo…
En cuanto a Valeria, no hay mejor retrato que el de Robert Graves en su novela Yo, Claudio, cuando le hace describir a éste, enamorado de su joven mujer: "Mesalina era una muchacha hermosísima, esbelta y de veloces movimientos, ojos tan negros como el azabache, y rizados cabellos negros. Tenía una sonrisa misteriosa que casi me enloqueció de amor. Pero cuando un cincuentón no muy inteligente y no muy atrayente se enamora de una muy atrayente y muy inteligente muchacha de tan pocos años…, las perspectivas son muy malas".
La boda, en el año 40, fue una larga y costosa fiesta. Tuvieron una hija: Octavia, que sería una de las esposas de Nerón, y un hijo, Británico. Una vida de apariencia normal que no tardaría en mostrar su espantosa cara…Porque en Mesalina latía un monstruo. Una mujer ambiciosa, despiadada, que convirtió a Claudio en un títere, y lo obligó a nombrar a amigos y amantes en altos puestos del gobierno. Sin embargo, no sería lo peor…
Asesinado Calígula (año 41), Claudio se convierte en emperador, y Valeria en emperatriz.
¡Todo el poder en sus manos!
Valeria Mesalina y su hijo Tiberio Claudio Británico (Museo del Louvre)
Y mientras Claudio, a la cabeza de sus legiones, conquistaba Britannia, ella se despoja de su respetable hábito y se viste con la túnica de una lujuria insaciable.
Décimo Junio Juvenal escribe en una de sus Sátiras: "Tan pronto como creía que su marido estaba dormido, esta prostituta imperial salía de la casa, de noche y acompañada por una esclava, disimulaba su cabello negro con una peluca rubia, y se dirigía al lecho barato de un lupanar, donde tenía reservada una cámara, y tomaba su puesto, desnuda y con sus pezones dorados, atendiendo con el nombre de Lyscisca".
Testigos y rumores juraron que se acostaba con criados, soldados, gladiadores, nobles, etcétera… Y con Palas, el corrupto administrador del Tesoro, que derramó sobre ella una fortuna en denarios, la moneda de plata oficial.
Entre sus amantes apareció Tito, de 15 años "y gran vigor sexual" (dato de una crónica). Una relación tan ardiente como escandalosa, ya que el adolescente la reveló por media Roma. Fue su último acto: Mesalina, con ayuda de su amiga Locusta, lo envenenó…
El historiador Suetonio refiere que "le gustaban sus aventuras en los prostíbulos del barrio de Suburra, se hacía azotar, le gustaba el sexo duro, y cobraba como una prostituta de lujo".
La leyenda –implacable– dice que en su noche de bodas, mientras Claudio dormía, ella se acostó con un esclavo que cuidaba el jardín, y que un día desafió a Escila, la puta romana más famosa, a una carrera de sexo: quién de las dos atendía a más hombres en cierta cantidad de horas…, y ganó: Escila se rindió después de veinticinco hombres.
Pero el fin se acercaba…
En el año 48, Mesalina se enamoró del cónsul Cayo Silio, lo obligó a divorciarse de su mujer, se casó con él mientras Claudio estaba en Ostia, y celebró la unión con un colosal banquete al que invitó a cónsules, senadores y personajes de la alta sociedad, y que duró todo un día.
Entretanto, tramaba una conjura para derrocar a Claudio e instalar en el sillón del emperador a su nuevo marido.
Pero Claudio, informado de la bigamia por Narciso, un esclavo liberto, partió de Ostia hacia Roma, hizo matar a Cayo Silio, y condenó a Mesalina a la pena de muerte.
La hizo ejecutar Narciso, por la espada de un centurión, en los magníficos jardines de Lúculo, gran político, militar y gourmet. Un lugar que ella amaba…
Claudio murió en la noche del 13 de octubre del 54, envenenado con hongos letales puestos en uno de sus platos favoritos. La instigadora habría sido Agripina, la madre de Nerón.