La otra Mesalina
Estatilia Mesalina
Estatilia fue la tercera esposa de Nerón (años 66 al 68). De familia patricia, no fue muy popular entre los romanos. En realidad, una mujer intrascendente…
Era –se supone– hija de Tito Estatilio Tauro, general triunfante y dos veces cónsul.
No mató a nadie –o no hay registros de ello–, pero fue cómplice de las tropelías, los delirios y los crímenes del demente emperador, que para casarse con ella empujó al suicidio a su marido, el cónsul Vestinio Atico.
El clan Estatilia era opulento, culto, y seguía a una elitista secta neopitagórica que urdía sus ritos en lugares subterráneos. Ceremonias que muchos confundieron con brujería…
Según el cónsul e historiador Tácito, "Nerón fue amante de Estatilia antes de que ella se casara con Atico, y aún mientras estaba casado con Popea".
Hay dudas: ¿Era bella o fea? En todo caso, otros historiadores aseguran que fue la menos atractiva de las mujeres de Nerón. Que había sido gran amigo de Atico…, pero esa relación se quebró cuando éste, nombrado cónsul, empezó a burlarse de Nerón en público, en las fiestas, y haciendo escarnio de su persona.
La amistad viró hacia un odio que acabó con su vida: Nerón lo acusó de conspirador y ordenó su muerte.
Si bien es cierto que Estatilia actuaba como una gran dama, una matrona romana que cumplía con todos los cánones de su rol, y que más allá de los rumores jamás pudo probarse que intrigara o conspirara contra su atroz marido, no podía ignorar sus crímenes.
Toda Roma sabía que envenenó a Británico, su hermanastro. Que hizo asesinar a Claudia Octavia, su primera esposa, de apenas 22 años, acusándola de adulterio. Que mató de una patada en el vientre a su segunda esposa, Popea Sabina, embarazada. Que hizo envenenar a su antiguo tutor, el militar Sexto Afranio Burro. Y que en el verano del 64, mientras durante seis días ardió un tercio de la ciudad, cantó y tocó la lira en su villa de Antium…
El fuego empezó en los frágiles caseríos de los barrios pobres, y siempre se sospechó que el instigador fue Nerón, obsesionado por convertir esos miserables nichos en un sector de lujo.
Pero Estatilia calló siempre. Aun después de la muerte del tirano. Una indiscutible forma de la culpa…
(Post scriptum: la época de las dos mesalinas –algo antes y bastante después– fue un período de vicio, degradación y corrupción como nunca antes había conocido Roma. La ambición de poder hizo correr mucha sangre. Las ejecuciones y los"suicidios" obligados, una constante. Pero también emergió una secta cuyo líder, Jesús de Nazareth, predicó todo lo contrario: el cristianismo. Su noción de un único dios, y la expansión de ese credo, cegó de furia a Nerón. Entre otras cosas, porque los romanos adoraban muchos dioses, y ese andamiaje podía derrumbarse frente a esos hombres y mujeres que seguían a su Mesías. No hubo piedad para ellos. Empezaron a morir en la arena bajo la espada de los gladiadores. A morir decapitados, crucificados, quemados vivos. El apóstol Pedro murió en la cruz, de cabeza. El apóstol Pablo fue torturado hasta morir. Pero el martirio fue la semilla de un árbol gigantesco…)