Todos conocemos la copa Melba, una copa helada muy rica que figura en el menú de la mayoría de los restaurantes de Buenos Aires, pero mucho más rica es la historia que tiene detrás.
Este postre ha sido uno de los más famosos y exquisitos de la gastronomía mundial.
Su creador fue el chef francés Auguste Escoffier (1846-1935), era muy famoso en su época y luego de esta creación se ganó un lugar en el Arte Culinario de todos los tiempos.
Él lo bautizó como La Pêche Melba (El Melocotón Melba) y lo hizo en honor a la entonces famosísima soprano australiana Nellie Melba (Melbourne, 1861 - Sídney, 1931).
Su verdadero nombre era Helen Porter Mitchell y formó su pseudónimo artístico tomando el diminutivo Nellie (por Helen) y Melba (escritura criolla, en alusión a su ciudad natal que así suena en la particular pronunciación australiana).
Escoffier, fanático admirador de la diva, trabajaba como jefe de cocina del Hotel Savoy de Londres. La diva se encontraba en esa ciudad representando exitosamente la ópera “Lohengrin” de Richard Wagner en el Convent Garden, en la temporada de 1894.
El cocinero no iba a perder la oportunidad de demostrarle a la cantante la gran admiración que profesaba por ella y su cabeza comenzó a imaginar una creación única.
De entrada, se inspiró en el cisne que conduce una barquilla sobre el río Escalda transportando al virtuoso caballero Lohengrin, sería pues una estatuilla de hielo, hueca entre sus alas. Allí colocaría: melocotones cocidos en almíbar, helado de vainilla y un puré de fresas espolvoreado todo con azúcar impalpable.
Al presentárselo a la mesa, Nellie quedó gratamente sorprendida y luego de probarlo la opinión no se hizo esperar: “¡Incomparable! Melocotones, vainilla y frambuesa forman la mezcla más conveniente que haya conocido. ¿Cuál es el nombre de esta divina receta?”, Escoffier se acercó y le susurró el nombre al oído, la diva sonrió levemente y guardó silencio hasta que el autor la incluyó en en la carta del hotel.
Si bien este postre se hizo famoso en todo el mundo y se convirtió en símbolo de buen gusto gastronómico, el reproducirlo tal cual no era nada fácil. Primero que se trataba de una fruta de estación, no disponible en todos los países, era demasiado oneroso y frugal, pero todas las casas de comidas querían tenerlo en sus cartas, entonces cada uno creó su propia versión.
Del postre sólo se usaba el nombre, lo que hizo escribir a Escoffier: "El éxito de esta creación fue rápido y decisivo. Han pasado veinticinco años desde la aparición de este postre, ahora mundialmente famoso. Desafortunadamente, a menudo me ha molestado de que la verdadera fórmula se altere con demasiada frecuencia. El melocotón Melba consiste en melocotones tiernos y maduros, helado de vainilla y puré de frambuesa dulce. Cualquier desviación de esta regla perjudica la delicadeza de este postre".
En Buenos Aires se la llamó Copa Melba, cada casa gastronómica elaboró su propia versión.
Por doquier, se podía ver esta copa en el menú, eso sí, cuanto más distinguido el lugar más frugal y delicado, cuanto más popular más extravagante, quien la haya pedido alguna vez sabe a qué me refiero.
Hoy en día ya es menos frecuente.