DE LA EXCENTRICIDAD Y LA FORTUNA A LA TRAGEDIA
En 1928, el escritor y millonario argentino Raúl Barón Biza conoció en Venecia a la actriz de 23 años Myriam Stefford. Por esos años la frase de moda en Europa era "tan rico como un argentino". Se casó en la basílica de San Marcos, Venecia, el 28 de agosto de 1930. Así ella abandonó su carrera de actriz para radicarse en Argentina.
Habian iniciado un raid por las 14 capitales argentinas de entonces. Salieron de Buenos Aires en el avión Chingolo I y tras dos aterrizajes de emergencia en Jujuy y Santiago del Estero, ella siguió junto con otro copiloto, Luis Fuchs, héroe de la Primera Guerra Mundial con record de derribos, a San Juan con otro biplaza, el Chingolo II. En la localidad de Marayes tuvieron un nuevo accidente, pero esta vez le costaría la vida a ambos.
Para recordarla siempre Raúl Barón Biza le encargó al ingeniero Fausto Newton la construcción de un gigantesco mausoleo. Cerca de cien obreros polacos trabajaron en el mismo y en el año 1935 lo inauguró colocando el féretro de su amada en la cripta de ese monumento. El mismo es de hormigón armado, granito y mármol, y aún hoy se alza al costado de la ruta provincial 5, en el Paraje Los Cerrillos, entre las localidades de Alta Gracia y Córdoba, con una altura de 82 m y 15 m de cimentación. A seis metros de profundidad está la tumba donde quedaron los restos de la aviadora, y se dice que allí también están sepultadas todas las joyas de Myriam, hasta el famoso diamante Cruz del Sur de 45 kilates.
Con los años Barón Biza se casaría con la hija del gobernador de Córdoba, Amadeo Sabatini, su amigo, ella tenía 17 años, con lo que el político cordobés dio por terminada su amistad. La vida del matrimonio fluiría entre Suiza y Argentina, pero en octubre de 1950 las desavenencias en la pareja habían llegado a tal extremo que Alberto Sabattini, hermano de la esposa, se batió a duelo con Barón Biza, resultando ambos heridos de bala.
Luego todo terminaría en otra tragedia. El 16 de agosto de 1964, en Buenos Aires, Clotilde Sabattini, concurrió junto a sus abogados a una reunión con su esposo, Raúl Barón Biza, para terminar de sellar los trámites que terminarían el matrimonio de ambos. En un momento dado, Barón Biza les sirvió whisky a los abogados y, de repente, arrojó el contenido de otro vaso al rostro de Clotilde.
En el vaso había ácido sulfúrico, líquido que produjo graves quemaduras en la cara, el pecho y las manos de la mujer, que fue llevada de inmediato a un hospital. Al día siguiente, la Policía entró al departamento de Barón Biza y encontró su cadáver. Se había pegado un tiro en la cabeza.
El caso fue, tal vez, el momento más trágico de la vida de una familia. Barón Biza siempre había sido un excéntrico, poseedor de una fortuna, y cultivó la literatura y la pornografía. Su vida ya había experimentado vivencias extraordinarias en su primer matrimonio: con Myriam Stefford. Su vida signada por una especie de maldición se extendió a su familia. Clotilde que llegó a ser una importante funcionaria del gobierno de Arturo Frondizi, dedicó buena parte de su vida a tratar de recomponer su rostro desfigurado, sometiéndose a cirugías reconstructivas, la mayoría de ellas en Italia. Pero finalmente también optó por el suicidio.
Y lo mismo sucedió con dos de los tres hijos que había tenido con Barón Biza –María Cristina y Jorge, quienes se quitaron la vida en años posteriores. Antes de saltar desde el piso 12 de un edificio de Nueva Córdoba, Jorge desarrolló una intensa vida dedicada a la literatura y al periodismo. Entre otras cosas, escribió una novela memorable, "El desierto y su semilla", en la que narra la historia familiar marcada por aquel vaso de ácido sulfúrico.
Las primeras fotos con Myriam Stefford, la última con Clotilde Sabattini
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