Cielos de Buenos Aires
Tomarse un café o un té y comprar especias ...
Ingresar al salón del Gato Negro es recuperar la armonía y poner en acción los estímulos. Todo el mobiliario es de madera de roble, las sillas thonet de esterilla, la música acompaña sin estridencias, pero, el valor agregado es el perfume a especias que varia según la molienda.
Puede oler a canela, estragón, jengibre, etc. Tanto como sus cafés y tés especiales.nació en 1927.
Su primer dueño, el español Victoriano López Robredo, le puso ese nombre en recuerdo al café homónimo y preferido de Jacinto Benavente sobre la calle del Alcalá en Madrid.
Don Victoriano, antes de afincar en la Argentina y casarse con una porteña, vivió durante cuarenta años entre Ceylán, Singapur y las Filipinas. Era empleado de una empresa británica y allí aprendió a reconocer y amar el negocio de las especias. El primer nombre que tuvo el local fue La Martinica duró solo un año.
Cuando mudó a su ubicación actual obtuvo su nombre definitivo. El negocio pasó por sucesivas manos, pero todas resistieron a la tentación de renovarse.
El más logrado mérito, sin dudas, es la preservación de su fachada en una ciudad que ha visto modificada casi en su totalidad las plantas bajas originales en nombre de mejoras y de beneficios comerciales. El Gato Negro, Café Notable de Buenos Aires, queda en Corrientes en el tramo más simbólico y representativo de la porteñidad, rodeado de librerías y teatros, al 1669, entre Rodríguez Peña y Montevideo.
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El comentario de una turista y de casualidad ...
Es hermoso y tiene varias peculiaridades. No se puede pasar por ahí porque inevitablemente uno entra y compra un poco de todo. Tomás un café y vas pensando... A los chicos les regalo una caja de especias y llevo también pasas de uva con chocolate y ya que estoy pido un pan dulce chico ... Les cuento que estábamos a dos días de Navidad y lo pasaba con mi nuera y mi hijo, qué mejor regalo sino del Gato Negro. Amo ese lugar