Estamos transitando el Año Nuevo judio y hay una expresión de origen bíblico que nuestros mayores solían decir y que es de uso común la expresión "venderse por un plato de lentejas" para indicar que una persona ha malvendido alguna cosa importante o incluso traicionado a alguien o sus principios a cambio de una irrisoria compensación/precio.
El origen de la expresión lo encontramos en un pasaje bíblico del antiguo testamento (judaísmo) y aunque en las sagradas escrituras no hace una clara referencia a esas legumbres sino a un ‘guiso rojizo’, con el transcurrir de los siglos se interpretó como que podían haber sido lentejas y así ha permanecido hasta nuestros días.
Dicho pasaje se encuentra a partir del Génesis 25:19 en el que habla del nacimiento de Jacob y Esaú, hermanos gemelos e hijos de Isaac y Rebeca.
Cuando crecieron, Esaú, que al ser el primero en salir en el parto fue nombrado primogénito, se convirtió en un hombre trabajador y responsable al que le gustaba salir a cazar para proveer de carne a la familia. Por el contrario, Jacob, que al nacer salió agarrado a la pierna de su hermano con el fin de no tener que hacer ningún esfuerzo, se convirtió en un hombre vago y al que le gustaba pasar las horas muertas en las cabañas.
Relata el pasaje bíblico que en cierta ocasión llegó Esaú agotado de un largo día de caza y se encontró que Jacob había cocinado un guiso rojizo. Era tanto el hambre que traía que le pidió que le sirviera un plato de ese potaje a lo que su hermano le respondió que le daría de comer con la condición de que le vendiera la primogenitura.
Esaú, exhausto y sin fuerzas, pensó que de poco le podía servir ser el primogénito si moría de hambre, motivo por lo que malvendió por un plato de comida ese derecho de herencia que se le había otorgado por haber nacido el primero. A partir de este pasaje bíblico se originó la expresión
‘Venderse por un plato de lentejas.