La cultura Sanagasta en Argentina.
La cultura Sanagasta, “Aimogasta o Angualasto”, fue “una de las parcialidades” de la Nación Diaguita. Se extendió “desde el Bañado del Pantano (en la provincia de La Rioja) hasta el sudoeste de la provincia de San Juan.”
En lo económico, eran “cazadores”, “recolectores” y “agricultores.” Sus sitios (arqueológicos) se caracterizan “por resto de andenes y obras de irrigación.” El sobrante de las cosechas “se almacenaba en silos.” Además, criaron “llamas.”
En cuanto a la vivienda, “fueron construidas de material perecedero o por excepción de adobe.” En la “Tambería de Angualasto”, las casas eran “de planta rectangular, con enormes paredes de tapia, de más de 1,50 metros de espesor.” La entrada se hacía “por un corredor” que se proyectaba “hacia afuera.” Dentro de estas construcciones han aparecido objetos, “entre ellos un magnifico escudo ceremonial. Este está formado por un mosaico de más de 3.150 cuentas de malaquita. En el centro lleva una figura geométrica hecha con piedras rojas.”
En relación a las costumbres funerarias, desarrollaron la práctica “del entierro de párvulos en urnas.” Paralelamente, “los adultos fueron enterrados en el suelo y con un ajuar funerario pobre.” Pero, en la zona de Abaucán, “fue encontrada una cabeza seccionada (cráneo-trofeo), envuelta en un tejido de vicuña, dentro de una urna.” También, en Angualasto, una momia “poseía un suntuoso ajuar de prendas tejidas de diversos colores, perneras de cuero y ojotas de doble plantilla.” Además, “en la cabeza llevaba una especie de boina decorada con plumas de colores.”
En el orden social, debió “estar constituida por pequeños grupos tribales” que “llegaron a reunirse en grupos más amplios.” Las armas fueron “la boleadora”, “el arco y la flecha.”
En cuanto a la metalurgia, elaboraron “placas pectorales, aros, adornos, hachas y manoplas, que sirvieron como tensores para arcos y campanas.” El metal más usado “fue el cobre y, en menor cantidad, el oro.”
Con la madera, fabricaron “tabletas y tubos.” Además, con hueso, “fueron trabajadas puntas de flecha y topos (o alfileres), que llevaban una pequeña figura en la parte superior y que sirvieron para sujetar mantos y vestiduras.” En relación a la cestería, fabricaron “canastos”, con “la técnica denominada aduja.”
En cuanto a la cerámica, lo más típico fueron “grandes recipientes usados como urnas y hallados en cementerios.” La decoración de estas era “pobre”, generalmente “geométrica.” Los motivos, se disponían “en paneles interiores y exteriores, realizados en negro sobre el rojo del fondo.” También, era “común una decoración en negro, rojo y blanco o un blanquecino muy desleído.” Algunas urnas llevaban “grandes triángulos negros alrededor del cuello, otras ajedrezados, reticulados simples u oblicuos y dameros rellenos de puntos.” Aparte de las grandes urnas, existían “pucos campaneiformes, de boca amplia y base pequeña.” Además, “keros y pequeñas urnas de cuerpo globular, boca ancha y cuello corto.” Por último, “un gran porcentaje de la cerámica” era “tosca, de pasta muy grosera, pero de paredes muy fuertes.” La superficie estaba “aislada.”
El estilo San José, fue el que adquirió “mayor desarrollo. En el valle de Abaucán “las urnas” tenían “un cuello muy largo.” En estas, aparecían “serpientes y dibujos que asemejan huellas de las pisadas del puma.” En el cuello, solían “presentar caras antropomorfas en relieve, con ojos, cejas, nariz y boca con dientes salientes.” Otras tenían “brazos modelados” y, en algunos casos, aparecían “tocando la flauta de Pan.” Esas caras, se disponían “simétricamente y en un diámetro opuesto al de las asas.”
Finalmente, junto a las culturas “Santamaría” y “Belén”, la Sanagasta (o “Angualasto”) hablaba “el cacán o diaguita.” Así, “el vínculo de la lengua, y otras tradiciones culturales comunes, “le dio un sentido de integración y unidad sociopolítica”, a esta gran Nación.
Luego de 1480, la Cultura Sanagasta “fue conquistada por el Imperio Inca.”
Prof. Damián D. Reggiardo Castro.
Fuente consultada:
-Rex González, Alberto y otros. “Historia Argentina. Tomo I: Argentina indígena. Víspera de la conquista.” 2º Ed. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Paidós, 2007. Págs. 86-88.