La Nación Charrúa en Argentina.
Los Charrúas, “en el siglo XVI”, estaban ubicados en el actual territorio oriental, hasta las riberas del río Uruguay. “Cuando los españoles difundieron el ganado vacuno en el territorio entrerriano, se desplazaron hacia toda la provincia en la búsqueda de esta nueva fuente de recursos.” Además, poblaron “el ángulo sudeste de la provincia de Corrientes.” En esta Nación, “se distinguieron otros dos grupos culturales: el Minuán y el Bohán.” Eran “individuos de elevada estatura y robustos.”
Los Charrúas “solían andar desnudos.” Pero, en ciertas estaciones del año, “usaban el característico manto de piel adornado en la parte externa con pinturas geométricas.” Gustaban de los ornamentos corporales, “tanto los hombres como las mujeres.” Así, “se insertaban objetos en la nariz y el labio (tembetá) y se pintaban el cuerpo” y “la cara.” También, con el paso del tiempo, “domesticaron el caballo”, llegando a ser muy buenos jinetes.
Este pueblo originario, trabajó “la piedra para fabricar puntas de flechas, piedras de hondas y de boleadoras.” Además, “construyeron viviendas muy rudimentarias, consistentes en paredes de paja o totora sin techos (paravientos). Posteriormente, usaron los cueros vacunos para construir toldos sobre una estructura de ramas.” Cada familia “poseía su propio toldo, los que se agrupaban en núcleos de 10 a 12.” Paralelamente, “realizaron canoas largas” con troncos.
En lo económico, eran “cazadores”, “pescadores” y “recolectores.” Su alimento fue “el pescado y animales terrestre como el ñandú, venado y roedores.” También, comían “huevos”, “cogollos de ceibo y miel.” Más tarde, “se aficionaron a la carne de vaca.”
En el aspecto social, “se agrupaban en familias poligámicas” (donde el hombre podría casarse con varias mujeres). Además, “practicaban ritos de iniciación con los jóvenes.”
En el orden político, “se agrupaban en forma de bandas (de 50 a 100 individuos), que estaban gobernadas por un Consejo integrado por los jefes de cada grupo familiar.” En caso de guerra “designaban a un conductor (Cacique).”
En cuanto a lo religioso, en los cementerios, “se han encontrado cadáveres (o restos humanos) acompañados con armas, utensilios y adornos.” Además, en los ritos funerarios, “practicaban la amputación de una falange del dedo, a la muerte de cada pariente.” También, algunas parcialidades “acostumbraban llevar los huesos descarnados de los individuos que morían durante algunos de los viajes periódicos, para que fueran enterrados en su lugar de residencia habitual.”
Paralelamente, “realizaban largos ayunos y penitencias con el objeto de obtener la visión que le permitiera lograr” lo que se conoce con el nombre de “espíritu guardián”, el “ser protector”, que se presentaba “bajo la forma de animal o ente sobrenatural”, y al cual el sujeto invocaba “en momentos de dificultad o peligro.”
Finalmente, la principal actividad de esta Nación fue la guerra. “Cualquier motivo era válido para iniciar una batalla. Cuando un grupo debía comenzar una acción establecía alianzas con otros, con los que se comunicaba mediante señales de humo o resplandores de hogueras.”
Antes de iniciar las acciones bélicas, “se cuidaban de ocultar sus toldos en el monte cerrado. La ceremonia previa consistía en una arenga de los caciques y las mujeres entonaban cánticos alusivos.”
Los Charrúas “practicaban el ataque por sorpresa.” Primero, “enviaban exploradores (bomberos -espías) para conocer la posición y fuerza del enemigo.” Solían atacar al amanecer, “en medio de un impresionante griterío. También acostumbraban amenazar a los jefes contrarios, para entablar combates individuales, antes de la generalización de la lucha.”
Finalmente, “como trofeo de guerra, conservaban el cuero cabelludo del enemigo muerto.” Además, “cada vez que alguien mataba a un oponente cambiaba su nombre, al tiempo que se practicaba una herida en su cuerpo como señal.”
Prof. Damián D. Reggiardo Castro.
Fuentes Consultadas:
-Arozena, Hugo Néstor y otros. “Enciclopedia de Entre Ríos. Historia. Tomo I”. 1º Ed. Editorial de la Mesopotamia. 1978. Págs. 91 a 100.
-Bourlot, Rubén y otros. “Historia Elemental de Entre Ríos.” 1º Ed. MC Ediciones. Paraná, Entre Ríos, 1991. Págs. 41 a 43.
-Rex González, Alberto y otros. “Historia Argentina. Tomo I: Argentina indígena. Víspera de la conquista.” 2º Ed. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Paidós, 2007. Págs. 133-134.