DE ESTATUAS Y MONUMENTOS
LA HISTORIA DE LILIANA CROCIATI
(LA ESQUIADORA QUE SE FUE TEMPRANO)
La trágica historia de Liliana Crociati, la mujer que inspiró la escultura emblema del cementerio de Recoleta
Hace más de cuatro décadas la muerte de una joven de 26 años cambió para siempre la vida de su familia y, lo que nació como un homenaje, se convirtió en leyenda.
Destacado como una de las necrópolis de arquitectura más bellas del mundo, el cementerio de La Recoleta conserva una gran historia. En él, se encuentran los restos de las prominentes personas de la historia del ámbito político y social argentino. Las numerosas bóvedas, las construcciones de mármol y las cientos de estatuas que hay dentro generan una atmósfera única y obligan a considerar el lugar como una visita obligada en Buenos Aires. Sin embargo, las personas que descansan en su interior tienen historias de vida que solo quedaron en el recuerdo de sus familiares, amigos y conocidos.
La historia de Liliana Crociati :
Hija de un reconocido coiffeur, a su 26 años Liliana disfrutaba de la vida, practicaba natación, asistía a sus clases de baile clásico y cursaba Bellas Artes, una vocación quizás heredada por su madre, María Adriana Ana Balduino, quien pintaba maravillosos cuadros.
A “Lili”, como le decían sus más cercanos, también le gustaba viajar por el mundo, a veces acompañada por su familia, otras veces con sus amigas y en otras ocasiones con su esposo, Janos Szaszak (apodado Jancsi). Él, al igual que la joven, amaba esquiar y cada año viajaba a Francia durante la temporada invernal para hacerlo.
En uno de esos viajes, precisamente en febrero de 1970, ambos se encontraban juntos cuando los sorprendió la tragedia. Con el objetivo de disfrutar las montañas y esquiar, la pareja se fue de vacaciones a Val d’isere, una comuna de Francia. A último momento, su agenda se vio modificada porque el lugar no acompañaba climáticamente para que pudieran practicar ese deporte y como había poca nieve, recorrieron los Alpes en auto hasta llegar a Austria. Así fue como arribaron al complejo Zürs am Arlberg.
Los días transcurrían con normalidad hasta la noche en la que la vida de las familias Crociati y Szaszak cambió para siempre. Era el 26 de febrero y tanto Lili como Jancsi se encontraban en una habitación del segundo piso en el hotel Piz Buin, a 64 kilómetros al oeste de Innsbruck. De forma repentina y mientras dormían, un alud embistió la ventana de su habitación, llenándola de nieve en cuestión de segundos. No tuvieron tiempo de reaccionar, tampoco de escapar.
Había cientos de huéspedes de todas partes del mundo en la misma situación. Los equipos de rescate, ante semejante desgracia, comenzaron a trabajar y pudieron dar con Jancsi, quien sufrió una hipotermia temporal que fue compensada en el segundo que lo sacaron del lugar. Lili no corrió la misma suerte. Al encontrarla estaba en grave estado y fue trasladada en helicóptero hasta Innsbruck.
Una vez internada, su esposo iba a recibir la peor noticia de su vida: lamentablemente los médicos austríacos le dijeron que Liliana tenía muerte cerebral y su estado era irreversible.
Desconsolado, Jancsi entró en crisis y tomó la decisión más difícil de su vida al dar el consentimiento para desconectar a su esposa.
Los diarios argentinos poco a poco hacían eco de la noticia, catalogando lo sucedido como una tragedia. “Entre los 16.000 turistas bloqueados por la nieve en las provincias occidentales austriacas figura Jancsi Szaszak, de 31 años, de origen húngaro pero ciudadano argentino, a quien las cuadrillas lograron rescatar tras 15 minutos de búsqueda. Su esposa fue extraída desde la nieve después de una hora de angustiosa labor. Se informó que, pese a que su estado era delicado, los médicos confían en salvarla”, relataba el diario LA NACION en aquel entonces.
A 14 mil kilómetros de distancia, la familia de Liliana recibía se enteraba de lo ocurrido y quedaba devastada por el trágico final de la joven. Su pequeña “Lili” había muerto y no podían hacer nada al respecto. Sus restos fueron repatriados.
Para homenajear a su hija y su arte, en medio del dolor que los invadía, los padres de Liliana le pidieron al reconocido escultor Wifredo Viladrich que diseñe una tumba de estilo neogótico con una escultura de bronce. Además, querían que tenga algunos detalles: que luzca un vestido de novia, tenga en el dedo un anillo de compromiso y esté acompañada por una réplica de su perro, Sabú.
Todo lo que pidieron, el escultor lo materializó en una obra que se convirtió en una obra de arte en el cementerio de la Recoleta. Muchos supersticiosos sostienen que es de “buena suerte” tocar el hocico del animal y como los mitos no son solo de los humanos, en este caso también alcanzó a Sabú. Se dice que el can murió en Buenos Aires el mismo día que su dueña lo hizo en Austria, pero, nada de eso es verdad: su deceso se debió a causas naturales muchos años después.
A la escultura, Joseph (el padre) le hizo colocar una placa con el nombre de Liliana y un doloroso poema (Es un comentario con preguntas que un padre dedica a su hija ...,no es un poema) Fenice que le dedicó, colmado de interrogantes acerca de la tragedia que vivió la joven.
“A mi hija. Solo me pregunto por qué te has ido y has dejado destrozado mi corazón. ¿Por qué? Solo el destino sabe el por qué y me pregunto ¿por qué no se puede estar sin ti? ¿Por qué? Tan linda eras que la naturaleza, envidiosa, te destruyó, ¿Por qué? Solo me pregunto si hay Dios, se lleva lo que no es suyo. ¿Por qué destroza y deja hasta el infinito el dolor? ¿Por qué creó al destino y no a vos? ¿Por qué? ¿Por qué solo sé que siempre sueño con vos? Por todo el amor que siente mi corazón por vos. ¿Por qué? Tu papá”.
Por su parte, la madre de Liliana rodeó la tumba con un jardín de rosas porque a su hija le gustaban las flores. En el sepulcro también se encuentra un llamativo retrato de la joven, también a modo de homenaje.
Más allá de los curiosos que se acercan al cementerio de la Recoleta y la dolorosa historia de la muerte de Liliana, lo cierto es que Jancsi, nunca estuvo de acuerdo con la estatua y solo estuvo presente el día que la instalaron. De hecho consideró la situación como un verdadero circo y argumentó que su esposa no hubiese estado de acuerdo.
Indudablemente el cementerio, junto a sus melancólicos senderos y esculturas, marcan la nostalgia de un tiempo pasado y, en el caso de Liliana, de una vida que se apagó pero que dio lugar a un mito.
Fte: Donato del Blanco para el diario “La Nación”
Búsquedas y posteo a cargo de Diego Weinstein
En el fondo le doy razón a su esposo :
"Más allá de los curiosos que se acercan al cementerio de la Recoleta y la dolorosa historia de la muerte de Liliana, lo cierto es que Jancsi, nunca estuvo de acuerdo con la estatua y solo estuvo presente el día que la instalaron. De hecho consideró la situación como un verdadero circo y argumentó que su esposa no hubiese estado de acuerdo.
Indudablemente el cementerio, junto a sus melancólicos senderos y esculturas, marcan la nostalgia de un tiempo pasado y, en el caso de Liliana, de una vida que se apagó pero que dio lugar a un mito".