Tango Garúa | “Hasta el cielo se ha puesto a llorar”
Hacia el año 1943 el joven Aníbal Trolio se presentaba junto a su orquesta en el céntrico Cabaret Tibidabo, ubicado en Av. Corrientes, entre Libertad y Talcahuano. Allí nacería el inolvidable tango Garúa.
Una noche que, es importante mencionar, lloviznaba, el bandoneonista que presentación tras presentación confirmaba estar destinado a convertirse en leyenda del tango, llamó a uno de los célebres habitues del Salón, Enrique Cadícamo, para mostrarle un nuevo tema que había compuesto, en el afán de inspirarlo a ponerle versos.
Ya de madrugada, una vez finalizado el show, Cadícamo se retiró caminando hacia su casa. Bajo la persistente llovizna, comenzó a imaginar la letra que al día siguiente concluiría y le presentaría a Troilo en el mismo cabaret.
¡Qué noche llena de hastío y de frío!
El viento trae un extraño lamento.
¡Parece un pozo de sombras la noche
y yo en la sombra camino muy lento.!
Mientras tanto la garúa
se acentúa
con sus púas
en mi corazón…
En esta noche tan fría y tan mía
pensando siempre en lo mismo me abismo
y aunque quiera arrancarla,
desecharla
y olvidarla
la recuerdo más.
¡Garúa!
Solo y triste por la acera
va este corazón transido
con tristeza de tapera.
Sintiendo tu hielo,
porque aquella, con su olvido,
hoy le ha abierto una gotera.
¡Perdido!
Como un duende que en la sombra
más la busca y más la nombra…
Garúa… tristeza…
¡Hasta el cielo se ha puesto a llorar!
¡Qué noche llena de hastío y de frío!
No se ve a nadie cruzar por la esquina.
Sobre la calle, la hilera de focos
lustra el asfalto con luz mortecina.
Y yo voy, como un descarte,
siempre solo,
siempre aparte,
recordándote.
Las gotas caen en el charco de mi alma
hasta los huesos calados y helados
y humillando este tormento
todavía pasa el viento
empujándome.