Gabriel García Márquez
Memoria de mis putas tristes
Mis queridos Amigos:
Si la vida fuese un mango bajito,
no hubiesen ni árboles:
“Deja que la vida te lleve de la mano…
Así jamás te perderás por el camino.”
Gabriel García Márquez, en su “Memorias de mis putas tristes,” libro, Oct. 2004. Vintage Books. Es la historia o relato de un viejo que va a cumplir sus 90 años y como regalo se ha propuesto acostarse con una virgen, la cual consigue con una vieja amiga dueña de un prostíbulo al cual él solía frecuentar, lo que da paso a un enamoramiento de él con esta joven de 14 años, tremenda epopeya. Es como una “Tragicomedia en donde nadie muere sino el tiempo, el espacio y lo que pudo ser y nunca fue .” Entre dos extremos y de al fin concederse algo que el jamás había sentido detrás de un pequeño viaje de “Deja Vu.” “Siempre había pensado que el morirse de amor, era más que una licencia poética.” “Ay de mi, si es amor, cuanto atormenta.”
Algo que sinceramente hay en las páginas 41-2 que me ha tocado el alma dicen: “El mundo avanza. Sí, le dije, pero dando vueltas alrededor del sol.” “Hoy sé que tuve razón y por qué. Los adolescentes de mi generación avorazados por la vida olvidaron en cuerpo y alma las ilusiones del porvenir, hasta que la realidad les enseñé que el futuro no era como lo soñaban y descubrieron la nostalgia.” Y mas adelante dice, es así que yo pienso de mis escritos: “Allí estaban mis notas dominicales (que son algo así como los artículos que comparto a través de este medio de Internet) como una reliquia arqueológica entre los escombros del pasado, y se dieron cuenta de que no eran sólo para viejos sino para jóvenes que no tuvieron miedo de envejecer.” Y hoy yo entiendo el por qué de mi ira, de mis miedos, de mis fracasos, pero también entiendo, detrás de mis buenas virtudes, que me he ganado estar en donde estoy parado. Yo sé lo que he sido en el pasado, y por el mundo bastante que he trotamundiado, no lo he recorrido todo,pero he abarcado bastante de él. Y los romances que he tenido con vírgenes… y rameras cuando era soldado. Sé de mis amantes, de mujeres buenas o casadas que me han amado, y entre divorcios y penas es mucho lo que he caminado. Siempre he sido justo, jamás de cama en cama he brincado y aquellas que han tenido mi privilegio saben que a ninguna de ellas jamás he maltratado… Con muchas he caminado la milla extra, porque se lo han ganado, dándome, aunque sea desde un... sí, un principio, ese amor que solo una buena mujer puede darle a un hombre, y por ello a mi corazón se han ganado, y les he pedido que caminen a mi lado, erguidas y con orgullo, porque nunca he sido poca cosa a pesar de mis defectos y virtudes.
Y muchas veces simplemente fui valiente para seguir mi camino porque mi felicidad había estado en juego y ya he sufrido bastante. Haciendo lo que jamás había pensado, pero lo hice, y qué sutil fue el romance de estar enamorado como si fuese un adolescente. Si como aquella primera vez, que fui a la cama con una mujer metido en medio un bosque perdido de un campamento de soldados en Fort Lee, Virginia en el 1966, hoy todavía recuerdo su nombre C. F. No me he acostado con unas quinientas, como el viejo de la historia, pero si con gran parte de ellas, si que he disfrutado en plenitud y es mucho lo que he aprendido en especial con la mujer oriental de Corea, de cómo llegar a ese éxtasis, que nosotros tanto amamos, en especial llevar a la mujer hasta cuando se deja perder, en ese universo tan grato que se eleva de este mundo como un “Fénix” hasta arder, y elevarse por los cielos hasta que tiembla de gusto, lo sé.
Y me he identificado mucho con el librito el cual leí hace unos años atrás y desde hace un tiempito para acá lo he estado releyendo y este artículo empezado pero no terminado, terminarlo me he propuesto pero desde otro ángulo.
Cuando hablamos del amor, entrando al otoño de nuestras vidas, uno piensa en qué: vida más atrevida, cuando lo habíamos pensado, y los guantes ya enganchados, para no volver a pasar más dolor con el amor. Pero siempre hay una mujer que con una de sus chispas bien caliente, a uno el estómago se le retuerce, al encontrar la estufa prendida, lista para prenderse en fuego, y prender a quienes te admiran y se dejan querer. (Si, Delgadina, ya tienes mí querer.) Cuando en el último eslabón, pensábamos, que era una silla mecedora en un balcón oyendo pajaritos y viendo las hojas volar sin ningún destino, a que llegase la hora de la tumba fría para despedirnos de este cruel mundo. (Imagínense a los 90 años todavía tener el deseo de tener una relaccióm, o erección y aún más la de tener el deseo de hacer el amor.)
Pero de momento vuelve y te llena el amor, y te arropa una pasión, que vuelve y te llena la vida. Así robándole a la muerte un poco de felicidad, que a ti vino como una amistad... Convirtiéndose en un bello amanecer, al darte de cuenta, que estás empezando a vivir otra vez, y todo aquello que yacía muerto, casi hecho un esqueleto, a vuelto a resucitar, a lo Lázaro levántate y camina. ¡No te rindas a la vida, y vuelve y conquístala!
Cuando cruzaste aquel puente, para encontrarte una flor, que pudo aliviar aquel dolor, y llenar un inmenso vacío, gracias yo te doy Dios mío, por ese gran favor. Por no dejarme morir de tanto dolor, ahora todo lo comprendo, que el amor es una santa cura, y que es la medicina que perdura... Para hombre o mujer, que después de viejos han aprendido a querer... Aunque te sorprenda, date la oportunidad, eso no es banalidad, dime, que tú tienes que perder... Nada… Si a la vuelta de la esquina, como ha dicho Séneca, “En su Brevedad de la Vida” porque preocupaos ahora, si cuando tu vela brillaba la luz tú desperdiciabas, ahora que te has dado cuenta, la quieres proteger de los vientos, para prolongar su vida, irónico, que ahora te preocupes por lo que te queda de vida.
Así que cuando puedas hacerle el amor a una doncella, anda, corre, vuela, tal vez como una gacela...No la dejes esperando, porque no sabrás lo que mañana te traerá, si terminas en un hospital o en aquel Campo Santo. Es de todo esto que se trata este último libro de Gabriel García Márquez... “Memorias de mis putas tristes.”
El Poeta Rascaso
5-1-10
CRITICA:
Memoria de mis putas tristes es una novela que el premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez publicó en 2004. La novela narra en primera persona la historia de un anciano y su enamoramiento de una adolescente. Hasta octubre 28 de 2009 ha sido el último libro de este escritor en publicarse, sin embargo en mayo de 2008, se anunció que el autor estaba terminando una nueva novela, "una novela de amor" que aún no se ha dado un título y se publicaría en el 2009.
Ambientada en la ciudad colombiana de Barranquilla durante los años 30, esta novela relata la relación de un anciano periodista y una joven de 14 años a quien bautiza como "Delgadina".
En el transcurso de la novela, éste relata su vida y sus vivencias con otras mujeres y cómo a través de la contemplación descubre la belleza de una jovencita. Y relata la sensación de estar acostado con una mujer en la cama, sin tener el deseo de tener sexo. Sólo contemplarla con amor es lo que lo satisface. El autor tenía 76 años de edad cuando lo escribió. El día de su nonagésimo cumpleaños, el anciano decide tener relaciones sexuales con una virgen, motivado por su particular moral. El nonagenario que nunca formó familia, decide ponerse en contacto con una vieja prostituta, que conoció al ser un cliente frecuente, en el tiempo en que fuera un adolescente.
La prostituta usa sus medios para conseguirle una mujer virgen, con el único defecto que era una jovencita de 14 años. Lo cual parece no afectarle al señor, pues asegura cuidarla como a un bebé.
En el Final de la novela la prostituta le expresa que siempre le había querido y que hubiera sido su pareja ideal. El viejo, emocionado empieza a llorar y le dice: « - Es que me estoy volviendo viejo.»
Le cuenta la historia de la Delgadina y ella le dice: «- Haz lo que quieras, pero no pierdas a esa criatura. No hay peor desgracia que morir solo.»
En este libro García Márquez muestra nuevamente su gran capacidad en la narrativa, pero ahora no con trasfondo político sino con un toque de nostalgia y un poco más de su propia filosofía.
Está basada en la novela La Casa de las Bellas Durmientes del escritor japonés Yasunari Kawabata, en la que los ancianos pagaban por yacer junto a muchachitas desnudas narcotizadas para observarlas durante el sueño.
Un antecedente de este relato lo podemos encontrar en "El avión de la bella durmiente", integrante de la colección "Doce Cuentos Peregrinos".
La Casa de las Bellas Durmientes
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Saltar a navegación, búsqueda
La Casa de las Bellas Durmientes (眠れる美女, Nemureru bijo) del escritor japonés Yasunari Kawabata ganador del Premio Nobel. Su nombre original es La Casa de las Bellas Durmientes: y otras historias y contiene tres historias cuyo tema principal es la alienación en diversas formas así como deseos antiguos y reprimidos. La primera se llama "La casa de las bellas durmientes" y es la más larga de las tres, la segunda se llama "Un brazo" y la tercera "De pájaros y animales". Está editada en español por Noguer y Caralt Editores.
La casa de las bellas durmientes
La primera historia, quizá una de las más famosas del autor, habla sobre el viejo Eguchi: un solitario anciano que llega a una posada atendida por una anciana. En ella los hombres mayores pagan para dormir con una bella joven, adormecida de antemano y sin tocarla. La finalidad de ello, según lo advierte el viejo Eguchi, es revivir los recuerdos que puede producir la juventud tan cercana. Y es así como el anciano Eguchi, sin saberlo, empieza a recordar a una mujer de su juventud y el romance que vivieron durante su escape amoroso. Esta obra fue adaptada a teatro por el dramaturgo estadounidense David Henry Hwang. Inspiró también la novela corta Memoria de mis putas tristes de Gabriel García Márquez, en la cual se cita el bello comienzo de este cuento:
No debía hacer nada de mal gusto, advirtió al anciano Eguchi la mujer de la posada. No debía poner el dedo en la boca de la mujer dormida ni intentar nada parecido.
El Poeta Rascaso
5-1-10