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Los efectos de la comprensión amorosa son inmensamente benéficos, pues es directamente creadora. Como rayo de sol vital y cálido, fomenta el crecimiento y la expansión de esas vidas humanas hacia las cuales se dirige y las compenetra con su sutil y poderosa influencia, evocando directamente al ser interno, el alma.
El individuo que se siente comprendido en tal forma, se abre y florece y hasta se transforma casi mágicamente. Desaparecen las actitudes restringidas, tensas y defensivas. Lo mejor que hay en él aflora natural y fácilmente a la superficie, y al mismo tiempo se da cuenta de sus posibilidades insospechadas y de la pequeñez y falsedad de sus pretensiones comunes.
Muchas veces sucede que ante una comprensión amorosa un hombre confiesa libremente sus errores y pecados y se juzga a sí mismo drásticamente, cosa que hubiera negado y resentido si otra persona lo expresara como crítica o acusación.
Esto no es sorprendente, pues la comprensión amorosa penetra profundamente hasta el núcleo y evoca al ser interno, el alma, el cual surge e inunda de luz al individuo.
Este inmenso poder de la buena, innata y amorosa comprensión, debería despertar en nosotros la fuerte determinación de lograrlo. Para alcanzar esta realización, tenemos, ante todo, que cultivar directamente esa cualidad y, luego, eliminar los obstáculos que impiden o dificultan su desarrollo.
Por lo tanto, debemos esforzarnos en desarrollar, por un lado, amor y visión interna y, por otro, desinterés, olvido de nosotros mismos y desapego emocional.
En esta forma quizás logremos realizar el propósito principal de nuestra evolución, un inteligente amor sin apegos que nos proporciona liberación.
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