Poned atención en cada palabra que pronunciéis, porque siempre hay en la naturaleza uno de los cuatro elementos, la tierra, el agua, el aire o el fuego, que espera el momento para poder revestir con materia todo lo que expresáis.
La realización a menudo se produce muy lejos de la persona que ha puesto las semillas, pero se produce infaliblemente.
Así como el viento transporta las semillas y las siembra a lo lejos, vuestras palabras vuelan y producirán en algún lugar del espacio resultados buenos o malos.
Acostumbraros pues a hablar con amor a las flores, a los pájaros, a los árboles, a los animales y a los seres humanos, pues es una costumbre divina.
Aquél que sabe pronunciar palabras que reconfortan, vivifican, inspiran y encienden el fuego sagrado, posee una varita mágica en su boca."
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