En la práctica zen existe el concepto de esfuerzo adecuado, es decir, el que se realiza en el sentido correcto, que en este caso es la no realización, la no necesidad de actuar para conseguir una meta.
La realización se considera una ilusión producto del orgullo, el hijo del ego; por eso las personas que practican de verdad el zen lo hacen para liberarse de los deseos basados en el ego y apreciar, sin más, el proceso de la vida. Esto sólo es posible cuando se ha renacido a la luz.
En la vida cotidiana es bueno forjarse metas, pero es mejor aún trabajar por ellas con el esfuerzo adecuado, es decir, apreciando el proceso (el camino), sin concentrar toda la energía en el futuro.
Cuando prestamos atención a cómo y por qué hacemos las cosas, somos más eficaces; las metas están más claras, porque sabemos mejor quién somos.
Así pues, no hay que esperar la felicidad, porque la satisfacción está en la práctica actual y en la esperanza de que nos lleve a donde se supone que debemos ir.
¿Deseas lograr alguna meta?
¿El esfuerzo supone para ti una frustración?
¿Por qué no dejas de esforzarte y empiezas a vivir en el proceso y en el momento, confiando en que el esfuerzo adecuado te conduzca fácilmente a tus destino?
Meditación de los ángeles: En vez de luchar por llegar al destino final, me deleitaré con el camino y descubriré que “entonces” es “ahora”
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