Los pelícanos son aves grandes con el pico largo, ancho y aplastado. La mandíbula superior termina en un fuerte gancho que se curva hacia abajo sobre la punta de la mandíbula inferior. Debajo de ésta hay una bolsa de piel desnuda. La lengua es corta y casi rudimentaria. Tienen la cara y la garganta desnudas, las patas cortas y la cola redondeada. Los pelícanos pueden pesar hasta 15 kg, y su envergadura alcanzar los 3 metros.
Los pelícanos están muy distribuidos en la mayor parte de las regiones cálidas y frecuentan las costas, las orillas de los lagos y los ríos. Se alimentan sobre todo de peces. Los pelícanos tienen dos métodos de alimentación distintivos. El pelícano pardo y el pelícano peruano, de mayor tamaño, que algunos zoólogos consideran una subespecie del primero, se lanzan en picado sobre el agua desde el aire para capturar a sus presas.
La mayoría de las otras especies se alimentan comunalmente o nadan en un círculo abierto en aguas poco profundas e impulsan a los peces a aguas cada vez menos profundas, donde los capturan. Los pelícanos almacenan entonces sus capturas en la bolsa, de la que pueden sacarlas cuando las necesitan, bien para alimentarse ellos o para alimentar a sus polluelos. Estas aves viven en grandes colonias y construyen toscos nidos de ramas y palos cerca de una masa de agua.
El pelícano blanco americano, que se reproduce en el oeste de Estados Unidos y Canadá y pasa el invierno en el este, en Florida, se distingue por tener los extremos de las alas negros. Los pelícanos pardo y peruano son las únicas especies de color oscuro; tienen el cuerpo de color castaño oscuro y la cabeza de color más claro.
El patrón de colores de la cabeza y el cuello experimenta cambios estacionales. Hay cuatro especies prácticamente blanquecinas, cuyo territorio de reproducción abarca el sur de Eurasia y África. Una especie, el pelícano australiano, sólo se reproduce en Australia, pero llega en invierno a Nueva Guinea, Nueva Zelanda y otras islas del suroeste del Pacífico.
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