Consejo de los Ángeles: “Nunca sabes lo que tienes hasta que lo has perdido”
Joni Mitchell, Big Yellow Taxi
Si pensáramos las cosas que damos por descontadas, en vez de apreciarlas como si fueran regalos, la lista sería interminable.
Abrir los ojos por la mañana y poder ver todo lo que nos rodea, saltar de la cama, lavarnos y vestirnos sin necesidad de que nadie nos ayude, respirar sin dificultad, andar, correr, bailar; todas ellas funciones básicas que sólo apreciamos cuando caemos enfermos, tenemos un accidente o envejecemos y empezamos a necesitar la ayuda de otras personas.
Pero incluso para los que no se valen físicamente por si mismos, quedan aún razones para saborear la vida. En su relato, El Pequeño Herr Friedemann, Thomas Mann describe el éxtasis de su protagonista paralítico cuando comprende lo mucho que aún tiene que agradecer a la vida.
“Comprendió que todo puede disfrutarse y que es absurdo distinguir las experiencias “felices” de las que no lo son. Aprendió a aceptar las emociones tal como surgían... fueran tristes o alegres... y a amar la ternura que fluía de él... porque aquella apacible felicidad era creación suya”.
Reflexiona sobre todas esas capacidades que sueles considerar normales. ¿No es extraordinario que seas capaz de comer tú solo, de conducir, recordar las cosas o cortarte las uñas sin ayuda? Intenta darte cuenta de la presencia de Dios en todas tus tareas cotidianas y da gracias por tu capacidad para realizarlas.
Meditación de los Ángeles: Nunca más tomaré con ligereza el regalo de la vida
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