Qué pobre el corazón, qué limitado para quererte como yo quisiera; oh, si tuviera diez, oh, si tuviera tanta capacidad que en mí encerrado todo tu afán de amar permaneciera.
Te amaré
Para amarte es preciso conocerte, y para conocerte debo amarte; resignarme a aceptar sólo una parte es, a la vez, tenerte y no tenerte.
Si el pensamiento sus ideas vierte sobre un alma vacía; si al tocarte la piel vibra y la mente no comparte, dormida en paz, ¿qué hará cuando despierte?
Te amaré en lo concreto y en lo abstracto, en el conocimiento y en el tacto, con la imagen que ve y la acción que siente;
con ese ardor rayano en la locura que pocos sienten en la edad madura, y los ensueños del adolescente.
Francisco Álvarez Hidalgo
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