EL MAS BELLO CANTO DE AMOR JAMAS ESCRITO
1ra. Parte;I Los primeros dias de la sulamita en el palacio (1:2-11)
La sulamita habla consigo misma, la prometida del Rey.
¡Cómo deseo que él derramara sobre mi una lluvia de besos, porque sus besos exquisitos son mas deseables que vino mas fino! La dulce fragancia de su loción me trae el encanto de la primavera. Sin enbargo, la rica fragancia de su corazón es lo que despierta mi amor y respeto.
Si, es tu caracter lo que te atrae la admiración de todas las damas de la corte. ¡Como desearía que tú vinieras y me llevaras contigo a correr y reír por los campos de este reino! (Como ustedes ven, el rey me ha introducido en el palacio de el reíno.)
Las damas de la corte al Rey
Siempre estaremos agradecidas y felices a causa de tí, oh rey.Porque nos encanta hablar acerca de la inspiradora belleza de tu amor.
La sulamita habla consigo misma
Tienen razón de amar a una persona como tú, mi rey.
La sulamita a la damas de la corte
Comprendo que no exhibo la bella y delicada piel de una que se haya creado en la comodidad de un palacio. El sol me ha bronceado, en realidad, soy tan morena como las tiendas de los humildes nómadas del desierto junto a los cuales yo solía trabajar.Pero ahora pudiera decir que soy tan morena como las lujosas cortinas del palacio del rey.
Sin embargo, la hermosura que tengo no es como para que la mirada del sol haga que él incline su cabeza avergonzado. Y si la mirada del sol no pudo avergonzarme, sabed, por favor, que tampoco me avergonzará vuestra mirada de desprecio. No pude evitar que mis medios hermanos se airaran contra mí y me hicieran trabajar en la viña que habia tomado del rey en arrendamiento. Para mí fue imposible cuidar la viña y a la vez mi propia aparencia.
La sulamita al rey
´Por favor, dime, tú a quien amo profundamente, a dónde llevas tu rebaño real para que descanse por la tarde. No quiero buscarte errante, vagando como una mujer de la calle.
Las damas de la corte a la sulamita
Si tú no lo sabes, oh, la mas hermosa entre las mujeres,¿por qué simplemente no sigues las huellas de tu rebaño, y apacientas tus ovejas detrás de las cabañas de los pastores?
El rey a la sulamita
Tu presencia me cautiva la atención ¡Y cuán perfectamente adornan tus joyas y el collar de tu bella cara!
Las damas de la corte a la sulamita
Haremos collares aún mas elegantes de oro y de plata para adornarla.
En una habitación del palacio(1:12-14)
La sulamita habla consigo misma.
Mientras el rey estaba sentado a la mesa, comiendo, mi perfume me refrescócon su suave fragancia. Porque mi rey es la fragancia y mis pensamientos acerca de él son como una bolsita de perfume colgada de mi cuello, sobre mi corazón, que me refresca continuamente. ¡Cuán querido eres para mí, tan querido como las delicadas flores de alheña del oasis de En-gadi ! ¡ Que gozo el que me halle en aquel oasis!
En el ambiente del campo(1:15-2:7)
El rey a la sulamita
Tú eras bella, amor mío. ¡Qué bella! Tus ojos son suaves como palomas.
La sulamita al rey
Y tú, eres hermoso, amor mío, y tan agradable. Es muy maravilloso andar juntos en contacto con la naturaleza. Aquí la fresca hierva es un suave sofá para descansar, recobrar nuestro aliento, y mirar las vigas y los maderos de nuestra casa: los altos cedros y cipreces que estan alrededor. Aquí recostada me siento como una rosa del valle de Sarón, como la flor mas bella del valle.
El rey a la sulamita
¿Sólo como la flor mas bella del valle? No, amor mío. Para mí eres como una flor entre los espinos, al compararte con cualquier otra mujer del mundo.
La sulamita a rey
Y tú, mi precioso rey, eres como un manzano fructífero entre los árboles que no dan fruto del bosque, al compararte con todos los hombres del mundo.
La sulamita habla consigo misma
Ya no trabajo bajo el calor del sol. Encuentro descanso a la sombra de este manzano. El nutrimiento de su fruto se convierte en la salud radiante que solo trae el amor. Y él me ama muchísimo.
Aun cuando me lleva a los grandes banquete reales, a los cuales asisten las personas mas influyentes del reino y del exterior, nunca se manifiesta tan preocupado por ellos como para que su amor y su solicitud hacia mí no sean tan claros como un estardante real colocado por encima de mi cabeza
¡Cuán amado me es él! La deleitosa paz que tengo en su amor me hace sentír tan débil a causa del gozo, que tengo que descansar en sus brazos para obtener fortaleza.
Sin embargo, tal fortaleza amorosa me hace mas gozosa y mas débil aún. ¡Cuánto quisiera que el se acostara junto a mi y me abrasara! Pero que importante es que prometa, con las gacelas y los venados de testigo, que no intentaré despertar el amor, hasta que el mismo amor se complazca en despertarse.
En Camino Hacia El Campo (2:8-17)
La sulamita habla consigo misma
Oigo a mi amado. ¡Miradlo! Ahi viene a visitarme. Y viene saltando como un venadillo sobre los montes, brincando sobre las colinas. Ahí está, parado a la puerta, tratando de mirar a través de la ventana y de atisbar a través de las celosías. Al fín habla.
El rey a la sulamita
Ven, querida mía, hermosa mía, ven conmigo. Porque, mira el invierno ha terminado. La lluvia se ha ido. Las flores han aparecido en la tierra. Ha llegado el tiempo de cantar, y en la tierra se ha oído al voz de la tórtola. Se han madurado los higos en la higuera, y las flores de las viñas han dado su fragancia.
Vamos, amada mía, hermosa mía; ven conmigo, oh mi preciosa y dulce paloma. Eres como una paloma en los riscos de la peña, en los parajes escarpados de los senderos montañosos. Ahora, sal de tu escondite y permiteme verte. Permite oír el arruyo de tu voz. Porque tu voz es dulce y tu eres graciosamente bella como una paloma en vuelo y cuya silueta se dibuja en un suave cielo azul.
Amor mío, lo que los dos tenemos es un valioso tesoro; es como un jardín con las mas bellas flores del mundo. Prometámonos mutuamente cazar cualesquiera zorras que pudieran arruinar nuestro jardín ahora cuando al fin nos ha florecido.
La sulamita habla consigo misma
Mi amado es mío y yo soy de él, de este tierno rey que apacienta su rebaño entre lirios.
La sulamita al rey
¡Cuánto anhelo el tiempo en que mi amado rey sea un cervatillo sobre las colinas de mis pechos durante toda la noche, hasta que apunte el día y huyan del sol las sombras de la mañana!
La Sulamita Espera A Su Marido (3:1-5)
La sulamita habla consigo mísma
¡Cuánta falta me hace aquel a quien amo profundamente! No podria esperar para verlo. Pensé: "Tengo que levantarme y buscarlo. Me levantaré ahora y lo buscaré por las calles y las esquinas de la ciudad. Ciertamente podré encontrar al que amo tanto".
Pero no lo encontré. Cuando los guardias de la ciudad me vieron, inmediatamente les pregunté si ellos habían visto al que yo amo profundamente. Pero no lo habían visto. Sin embargo, tan pronto como pasé de ellos, hallé a mi amado. Lo agarré y no lo dejé hasta que lo introduje en mi hogar. Y aún me mantengo asida, hasta que mis terribles ansiedades me abandonen y yo me vuelva a sentir tranquila. ¡Qué difícil es ser paciente! Damas de la corte, tenemos que prometernos, por las gacelas y por las ciervas del campo no despertar el amor hasta que se complazca en despertar.
2da. Parte:
El Dia De La Boda (3:6-11)
Poeta
¿Qué puede ser esto que viene de las afueras de la ciudad como columnas de humo, como nubes perfumadas de mirra e incienso, como nubes de polvos aromaticas de mercader? ¡Mirad! Es el desfile real que sigue a Salomón quien es transportado en su espléndida litera por sus hombres más valientes. ¡Y mirad los soldados que le rodean! Esa es la guardia imperial, los 60 hombres más fuertes de todo el reino. Cada uno de ellos es experto con su arma y valiente en batalla. Sin embargo ahora cada uno de ellos tiene su espada en su muslo para proteger al rey y a su prometida.
Mirad la lujosa litera en que es llevado Salomón. La mandó a hacer especialmente para este día. Hizo su estructura de la mejor madera del Líbano. Sus columnas son de plata, su respaldo de oro y su asiento de púrpura real. ¿Y veis sus delicada obra de arte? Eso refleja la capacidad de las doncellas de la corte quienes hicieron su mejor obra por amor al rey y a su prometida. Salgamos todos y veamos al Rey Salomón con su elegante corona de bodas. Salgamos y veamóslo el día de más gozo de su vida.
La Noche de Bodas (4:1- 5:1)
El rey a la sulamita.
Tu eres muy bella amor mío. ¡Qué bella! Detrás de tu velo nupcial, tus suaves ojos tan tiernos como palomas. Tu cabello es tan Cautivador como el rebaño que desciende de la montaña al llegar el ocaso. Tu plena y bella sonrisa es tan alegre y chispeante como pares de corderos que suben del lavadero. Y sólo una hebra de escarlata hubiera podido dibujar tus labios en forma tan perfecta.
Tus mejillas se sonrojan con el matiz rojo de la granada. Sin embargo, andas con dignidad y te pones de pie con el vigor de una fortaleza. Tu collar brilla como los escudos de la torre de la fortaleza. Pero tus pechos son tan suaves y dulces como cervatillos que pastan entre lirios.
Y ahora al fin, durante toda la noche, hasta que apunte el día y las sombras de la mañana huyan del sol, seré una gacela sobre las colinas de tus perfumados pechos. Tu eres completa y perfectamente bella, amor mío, y sin mancha en todos sentidos. Ahora, trae tus pensamientos completamente hacia mi, amor mío. Deja tus temores en los montes lejanos y reposa en la seguridad de mis brazos.
Tu me excitas, querida esposa; tu me excitas con una sola mirada de tus ojos, con sólo una hebra de tu collar. ¡Qué maravillosas son tus caricias, amada esposa mía! Tu amor intoxica más dulcemente que el vino más fino. Y la fragancia de tu perfume es mejor que las especies más aromáticas. La riqueza de la miel y de la leche está debajo de tu lengua, amor mio. Y la fragancia de tus vestidos es como la fragancia de los bosques del Líbano.
Tu eres un bello huerto plantado sólo para mí, amada esposa mía. Si, como un jardín conservado sólo para mí. Tu jardín es abundante en bellas y delicadas flores de todos los aromas y colores. Es un paraíso de granadas con deliciosos frutos, con flores de alheña y de nardo, azafrán, caña aromática y canela, con árboles de incienso, mirra y áloes, y todas las más escogidas especias aromaticas.
Y tu eres pura como agua fresca; sin embargo más que una fuente. Eres manantial para muchos huertos, un pozo de aguas vivas. No, aún más, tú eres como los frescos maniantales que fluyen desde el Líbano y dan vida a todo el campo.
La sulamita al rey
Levántate, oh viento del norte, y ven, viento del sur. Soplad sobre mi huerto y llevad sus fragantes especias a mi amado. Que él siga a las encantadoras especias hasta mi huerto y coma y disfrute de su delicioso fruto.
El rey a la sulamita
Me he regocijado en la riqueza de tu huerto, amada esposa mía. Me he intoxicado con la fragancia de tu mirra y tu perfume. He gustado la dulzura de tu amor que es como la miel. He disfrutado de la dulzura de tu amor que es como un exquisito vino y de la frescura de tu amor que es como la frescura de la leche.
El poeta a la pareja
Regocijaos haciéndoos el amor como os regocijarías en una gran fiesta, oh amantes. Comed y bebed en esta fiesta en abundancia. Bebed más y más hasta embriagaros mutuamente de amor.
Surge Un Problema (5:2-6:3)
La sulamita habla consigo misma
Yo estaba medio dormida cuando el sonido de amado esposo que tocaba suavemente a la puerta de nuestra recámara en el palacio. El susurraba suavemente: "Acabo de regresar del campo, amor mio, amada mia, mi esposa perfecta". Mi única respuesta fué un refunfuño: "Ya me acosté, amado mio". Al fin y al cabo, ya me había preparado para dormir. Me habia lavado la cara, y me había puesto la bata de dormir.
Pero entonces mi amado abrió suavemente la puerta y fue entonces cuando comprendí que en realidad yo queria verlo. Había vacilado, sin embargo, demasiado. Cuando me levanté a abrir la puerta, él ya se había ido, y sólo me habia dejado un regalo de perfume favorito como recuerdo de su amor por mi.
En lo profundo de mi corazón se volvió a despertar mi amor hacia él. Sólo habían sido la fatiga y las distracciones del día las que me habían producido una respuesta vacilante. Decidí hacer el esfuerzo de ir a buscarlo. Me vestí, sali del palacio ycomencé a llamarlo.
Pero las cosas marcharons de mal en peor. Los guardias de la ciudad me tomaron como un criminal secreto que se escapaba de noche. Me arrestaron con su acostumbrado estilo duro. Luego, al quitarme a tirones el manto de la cabeza le vieron la cara a su nuevo sospechoso ¡Qué gran fuerza de policía tenemos!
Oh vosotras, damas de la corte, si veís a mi amado rey, decidle, por favor, que lo amor profundamente y que estoy enferma de amor por él.
Las damas de la corte a la sulamita
¡Qué es lo que hace que tu esposo sea mejor que cualquier otro, oh, las mas hermosa de las mujeres? ¿Qué es lo que hace que él sea tan grande que tú nos pides esta tan fervientemente?
La sulamita a las damas de la corte
Mi amado es sorprendetemente hermoso, se distingue como el primero entre diezmil hombres. Cuando yo lo miro, veo que su cara tien un color más ricamente dorado que el del mismo oro. Su cabello es negro, como las plumas de un cuervo y tan bellos como las hojas de las palmas sobre la majestuoda palmera. Cuando le miro a los ojos, son tan dulces como palomas que descansan junto a los arroyos de las aguas. Son claros y puros como la salud puede dárselos.
Cuando él coloca sus mejillas junto a las mias, son tan fragantes como un jardín de flores aromáticas. Sus suaves labios son tan dulces como el aroma de los lirios que destilan néctar. ¡Y cuan tierno son sus dedos. como terciopelo de oro, cuando me tocan! El es el simbolo de la fortaleza y de la vitalidad. Su estómago es tan firme como un plato de marfil cubierto de zafiros. Y sus piernas son tan fuertes y elegantes como columnas de alabastro basadas sobre pedestales de oro fino. Su apariencia es como el majestuoso monte Líbano, con sus prominentes cedros altísimos.
Pero áun mas, las palabras de su corazón están llenas de encanto y deleite. El es completamente maravilloso en todos los sentidos. Este es a quien yo amo profundamente, y este es mi amigo mas íntimo, oh doncellas de la corte del palacio.
Las damas de la corte a la sulamita
¿A donde ha ido tu amado, entonces, oh la mas hermosa entre las mujeres? ¿A donde se ha ido? Te ayudaremos a buscarlo.
La sulamita a las damas de la corte
¡Ah! Lo conozco bastante bien para saber a dónde se ha ido. A él le gusta meditar mientras anda por el huerto y apacienta su pequeño rebaño entre los lirios. Lo conozco, porque pertenezco a él y el me pertenece. Este dulce pastor apacienta su rebaño entre lirios.