Algunas veces, después de un trauma, nos preparamos para lo que pueda venir después. Si recibimos una llamada por el teléfono móvil anunciando malas noticias, cada vez que el teléfono suena sentimos pánico y nos preguntamos: ¿Y ahora qué habrá pasado?
En el versiculo central vemos que la «tierra estaba temblando» para el salmista David después de que el rey Saúl trató de matarle (1 Samuel 19:10). Corrió y se escondió. El pensó que lo que seguiría sería la muerte y le dijo a su amigo Jonatán: «Apenas hay un paso entre mí y la muerte» (20:3).
Tal era su estado de temor y angustia que escribió: «Me rodearon ligaduras de muerte, y torrentes de perversidad me atemorizaron» (Salmo 18:4).
David clamó al Señor en su angustia (v.6) y encontró que Él era un apoyo, Alguien en quien podía confiar que siempre estaría con él. Dijo: «Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré;… mi alto refugio» (v.2).
Si tú haces lo mismo cuando te sientas como David en algun momento de tu vida, cuando sientas que la tierra tiembla bajo tus pies y todo se derrumba, cierra tus ojos y dile a Dios: "Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré;… mi alto refugio», y al igual que David, encontrarás el apoyo la confianza y el refugio en medio de la tribulacion.
El Señor será eso para nosotros tambien cuando la tierra tiemble debajo de nuestros pies. Dios te bendiga.