COMUNICACION EN EL MATRIMONIO
I. Elementos del matrimonio
El matrimonio es un regalo. Los regalos son artículos seleccionados con cuidado y consideración, como una expresión de nuestro afecto, presentado con adornos para que sea del agrado de quien lo recibe. En forma similar, el matrimonio es un regalo: usted es un regalo para su cónyuge; no está condicionado al merecimiento de quien lo recibe, sino que es un acto de amor, de gracia.
El matrimonio es también un llamado a servir. Esto no es un concepto muy popular y no se encuentra entre los valores de muchos matrimonios, porque nos gusta mejor ser servidos que servir. Pero nuestra guía para el matrimonio dice: Someteos unos a otros en el temor de Cristo (Ef. 5:21). Entonces, si un hombre tiene que demandar que su esposa le vea como cabeza de la familia, ya ha perdido el rumbo, porque ser la cabeza no significa demandar sumisión para convertirse en amo, jefe o tirano autoritativo, sino más bien en ser responsable de que la esposa avance hacia la libertad y el compañerismo, creando una sociedad de iguales bajo una sola cabeza. Ella debe ser igual en la toma de decisiones, solución de conflictos, planeación del desarrollo familiar y dirección diaria de la familia. El matrimonio es un trabajo de servicio en equipo.
El matrimonio implica intimidad. Hoy día escuchamos mucho sobre la intimidad física refiriéndose a nada más que el acto físico de dos cuerpos juntos. Sin embargo, la base para una verdadera y perdurable intimidad física viene de otras áreas: el matrimonio físico en-vuelve al matrimonio de las emociones. Las emociones le dan color a la vida matrimonial; cuando la pareja aprende a compartir el nivel emocional, cuando comprende y experimenta los sentimientos de cada uno, están bien encaminados para alcanzar una verdadera intimi-dad. Las murallas y paredes de la incomprensión y el egoísmo deben ser derrumbadas para que se desarrolle la verdadera intimidad.
La intimidad espiritual es otra base para la verdadera intimidad. A medida que la pareja aprenda a comunicarse con Dios y entre sí aprenderá a confiar el uno en el otro y a ser más abierta, porque la intimidad espiritual viene de la comunicación con Dios. Necesitamos depender más de la gracia divina para hacerla una realidad.
El matrimonio es un proceso de refinamiento, en el que diariamente encontramos oportunidades para el crecimiento, incluso en medio de los problemas; de hecho, los podemos convertir en instrumentos para un crecimiento emocionante, porque la clave para superarlos es la forma en que reaccionamos ante ellos. Usted tiene el poder para decidir cuál será su actitud; Dios nos dio capacidad y libertad para determinar cómo vamos a reac-cionar ante los incidentes desagradables e inesperados que la vida trae a nuestro camino. Al reaccionar ante ellos con sabiduría y paciencia, el matrimonio permite compartir el dolor y reducir sus efectos, fortaleciéndolo y refinando su fe. Esto también es un privilegio porque así aprendemos a depender más de Dios.
II. La conversación interna en el matrimonio
La conversación interna es cuando uno habla consigo mismo; es posible que si empieza a tomar nota del tiempo que usted habla para sus adentros se sorprenda de la cantidad empleada. Las conversaciones internas pueden llegar a conformar actitudes, valores y creencias personales. De hecho, la comunicación interna afecta incluso nuestro estado de ánimo, al favorecer la aparición de sentimientos variados; pensamientos repetidos desencadenarán sentimientos en nosotros.
En el matrimonio esto es también aplicable. Por ejemplo, cuando una persona no le expresa a su pareja algo que le incomoda, se vuelve una bomba de tiempo que va acumulando pensamientos y emociones negativas, y cuando estalla, sus consecuencias son devastadoras y acompañadas hasta de agresiones. No hay que perder de vista que estos pensamientos negativos generalmente son equivocados y no reflejan la realidad; usualmente son conclusiones exageradas y negativas.
¿Cómo controlar estos pensamientos? Lo primero es estar conscientes de su existencia. Después, cuando un pensamiento negativo asalte a la mente, ¿qué debemos hacer? 1 Pedro 1:13 dice: Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia... Ceñid requiere de ejercicio mental. Pedro dice que tenemos que eliminar o echar fuera de nuestras mentes cualquier pensamiento que pueda estorbar el crecimiento en nuestra vida cristiana. De no hacerlo así, la comunicación en la vida matrimonial se verá afectada.
III. Barreras de la comunicación
En ocasiones, consciente o inconscientemente, ponemos barreras para evitar la comunicación, ya sea con el silencio, con el uso de palabras cortantes, al rechazar hablar sobre un asunto, al cambiar el tema de la conversación, al evadir la responsabilidad o al dirigir la atención hacia otra persona. Hay dos formas de manejar esta dificultad.
1. Instar respetuosamente a quedarse en el tema que se está conversando, pero dejar que el cónyuge sepa que está dispuesto a tratar el tema más reciente, al terminar de discutir el primero.
2. Responder al tema que su cónyuge trajo, pero regresar al tema original más tarde; esto demuestra que usted está preocupado por los sentimientos de su cónyuge, pero también indica que el tema que ha traído tiene que ser discutido.
Por otra parte, están también las interrupciones bruscas o el quitarse la palabra, debido a ciertos patrones defectuosos de comunicación que también estorban a la vida matrimonial. Las interrupciones frustran al compañero e indican que no se está escuchando. Por ello es importante esperar y escuchar la otra persona que está hablando.
Algunos cónyuges se quejan de que el perro de la casa recibe más atención que ellos, y puede que sea verdad; a los perros se les habla, se les acaricia, se les baña y hasta se les saca a pasear. Pero eso se señala que hay dos tiempos extremadamente oportunos para la comunicación entre los esposos, los cuales pueden aprovecharse para construir una comunicación efectiva: son los primeros minutos al acostarse a dormir y al despertar.
He aquí algunos consejos para mejorarlos: cuando se vean la final del día hagan un ambiente de armonía y descanso, luciendo en forma atractiva para su cónyuge, expresando mutuamente su atención en forma completa, escuchándose atentamente y tocándose en forma agradable para ambos.
Al comenzar el día, después de dar gracias a Dios en oración, antes de iniciar sus actividades, realicen una acción que exprese su amor mutuo.
Conclusión
Al final de esta reflexión es hora de recapitular sobre el matrimonio: es un regalo, es servicio e intimidad y se requiere refinarlo cotidianamente, evitando las conversaciones internas y los pensamientos que puedan afectarnos, derrumbando las barreras de la comuni-cación. Echemos mano de los recursos divinos y que nuestros matrimonios sigan siendo el lugar apropiado para expresar nuestras necesidades e inquietudes a través de la comunicación cristocéntrica.
Pbra. Nínive Álvarez