Pocos pecados son tan personales y dolorosos como el adulterio. El placer sexual fuera del matrimonio siempre hace daño a alguien. El placer nunca vale la pena. Esta es la razón de que Dios claramente lo prohíbe. Él no quiere que sus hijos sufran esta clase de dolor tan desagradable.
En nuestra sociedad lasciva, una mayoría de los matrimonios sufrirán el dolor de una aventura amorosa en algún momento durante el matrimonio. Sin embargo, no es forzoso que termine el matrimonio. Si una pareja pone su matrimonio destruido en las manos de Dios. Él puede traer sanidad a su dolor y restaurar su vida.
Cada cónyuge siente temores únicos
Una vez que la aventura ha sido expuesta y el matrimonio está sufriendo una herida abierta, cada cónyuge tiene temores únicos y previsibles. El cónyuge adúltero siente miedo de que su compañero/a nunca se olvidará. “Voy a escuchar esto por el resto de mi vida”, es el miedo. Después de esa exposición inicial, el ofensor generalmente no desea discutir el asunto.
Por otra parte, el cónyuge ofendido tiene miedo de ofrecer un perdón demasiado fácil. El miedo es “si perdono y olvido muy rápidamente y muy fácilmente, seré herido/a de esta manera otra vez”. Este cónyuge tiene una necesidad comprensible de discutir el chocante descubrimiento mientras “procesa” esta clase de noticias.
Para que haya sanidad, la gracia de Dios tiene que ayudar a cada cónyuge a dirigirse al miedo paralizante del otro a través de un acercamiento especial al poder sanador del perdón. Aprendí esto muy temprano en mi trabajo con las parejas que deseaban que Dios sanara sus matrimonios atacados por el adulterio. Ellos necesitan ver el perdón como un acto, un proceso, y un estado.
El perdón como un ACTO
Si una pareja va ha experimentar sanidad del adulterio, el ofensor debe ser ayudado a hacer dos cosas: pedir perdón a su compañero/a claramente y específicamente. Le pregunto al cónyuge ofendido,
“¿Te ha pedido perdón tu compañero/a? La respuesta frecuentemente es :Bueno, no exactamente.
Luego miro al cónyuge ofensor, y digo. “Vamos a hacerlo- exactamente”. Hago que la pareja se tome de las manos mientras el ofensor específicamente pide perdón a su cónyuge. Se anticipa entonces que el otro consorte exprese el perdón. Este acto de perdón es el primer paso.
El perdón como un PROCESO
Un vez se expresa el perdón, debe seguir el preceso del perdón antes de que la pareja pueda llegar al estado del perdón. Durante este proceso cada cónyuge debe exitosamente dirigirse al gran miedo del otro. El cónyuge ofensor tiene miedo de que nunca se le permitirá olvidar su aventura. Así que lo animo para que lo traiga a colación-a decir a su cónyuge tales cosas como: “Cuando pienso en la manera en que he causado daño a ti y a nuestros hijos, me pregunto cómo pude haber hecho tal cosa. “Lo siento mucho”
Por esta clase de comentario sincero, el cónyuge ofensor está expresando pesar por el dolor que él o ella ha causado en el matrimonio. Esto ayuda al cónyuge ofendido a empezar a creer que su compañero/a reconoce cuanto daño este pecado ha causado a la familia.
Ahora toca al cónyuge ofendido decir: “Cariño, has pedido a Dios que te perdone”, y Él lo a hecho. Me has pedido que te perdone, y ya lo hice. “Y ahora con la ayuda de Dios, vamos a olvidar esto”. Esta clase de respuesta calma el temor del cónyuge ofensor de que el recuerdo nunca se olvidará.
Al cónyuge ofensor se le da la responsabilidad de activar este proceso de perdón varias veces al día en las etapas iniciales de la recuperación de la pareja. Después de varias semanas, la frecuencia puede disminuir a varias veces a la semana. Luego, a través de un período de tiempo, a varias veces al mes- hasta que el acto del perdón, a través del proceso de perdón, se ha producido. Continuará la próxima semana no se lo pierda.
Bueno amado lector para que haya sanidad, la Gracia de Dios tiene que ayudar a cada cónyuge a dirigirse al miedo paralizante del otro a través de un acercamiento especial al PODER SANADOR del perdón.
El Señor Jesucristo nos ayuda en este proceso, confiemos en él, nunca nos deja solos, las pruebas nos hacen más fuertes y maduros en nuestro carácter.
DIOS TE BENDIGA
CUIDA TU MATRIMONIO
MIGDALIA
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