Hay cosas que nunca termino de entender. ¿Quién puede comprender las cosas de Dios? He tratado pero no he podido. Hay tantas maravillas y misterios a su alrededor. Es algo sublime y hermoso.
He dejado de preguntar, de cuestionarme. Ahora me basta la fe. Confiar en su Palabra, tratar de aceptar su santa voluntad.
Me da por levantarme en la madrugada y así, somnolienta, mi alma empieza orar. Es curioso. Como si Dios fuese un imán que todo lo atrae hacia sí. No puedo resistirme y elevo mis oraciones. Y clamo y espero.
Por lo general le doy las gracias. ¿Te has dado cuenta? Hay tanto por qué agradecer.
De pronto me encuentro repitiendo fragmentos de algun salmo: “Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; como tierra reseca, agotada, sin agua, esta mi carne ”.
Son momentos de felicidad plena, absoluta. Dios y yo, en medio del silencio y la noche. Dios, todopoderoso y yo, una simple criatura. Una hijao suya, que a pesar de tanto amor, a veces me inquieto por la vida.
Es como si Dios mismo te envolviera en su Amor infinito. Sientes su abrazo paternal y la voz interior que te dice una y mil veces: “No temas. Yo estoy contigo”. Los momentos pasan y sigo orando Entonces ocurre lo indecible. Le hablo con tanta familiaridad, como una niña a su padre amado. Me hago pequeña y le veo como a mi padre, un padre bueno que me protege y me brinda lo que necesito para vivir y ser feliz.
Mientras esto ocurre, en casa todos duermen. Sólo yo, incapaz de dormir, mantengo los ojos y el corazón abierto ante su dulce presencia. Ya pronto amanecerá. El sol empieza a desplegar sus rayos y caen sobre la ventana de mi cuarto.
Quisiera detener el tiempo, permanecer en este abrazo, pues me da seguridad y alimenta mi esperanza. ¡Necesito con tanta fuerza esta esperanza!, que sólo Dios sabe brindar. Saber que podré llevar adelante a mi familia. Saber que no estamos solos.
Pienso mucho en estos breves encuentros. Son maravillosos. Seguramente otros cientos de miles estarán igual que yo, en este momento, viviendo esta experiencia, deseando con tanto fervor esa mirada tierna de Dios.
¡Nada te hace más feliz que saberte hija suya, amada, cuidada, protegida!.
Pero encontre varias palabras que definen esta experiencia que te invito a vivirla tambien tú: Encuentro. Abandono. Oración. Alegría. Esperanza. Pero sólo una lo abarca todo: Ternura. Que sea de bendicion para tu vida.
Graciela
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