Jesús no tuvo defensores. Pero Él sabía que esto iba a suceder. Este hecho real y doloroso también se da en la vida de los seguidores de Cristo.
¡Cuántas veces nos quedamos aparentemente solos y desvalidos! Pero también es verdad que -como Jesús- el Padre nos acompaña.
Mientras sufría en la cruz, el Maestro sintió el desamparo de un modo jamás experimentado por otro hombre. El Padre siempre había estado con Él hasta ese supremo momento en que clamó en alta voz: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" Porque, en tanto Jesús colgaba de la cruz, el Padre tuvo que apartarse de Su Hijo para que experimentara y llevara sobre Sí nuestros pecados.
Pero nosotros, ni tu ni yo, ¡nunca sufriremos ese abandono!. Y aunque lo merezcamos, Dios jamás lo permitira ni lo hará. Porque Jesús, quien nunca pecó, ya llevó sobre Sí nuestro pecado, y nunca seremos desamparados como Él lo fue por nosotros.
Por esto, seamos agradecidos por tan grande demostracion de amor, de Dios hacia la humanidad y de Jesus por amor a nosotros y a Su Padre Celestial, y no digamos que estamos solas, porque quien ha conocido al Padre y al Hijo, nunca puede estar sola.
Que os sea de bendicion, Graciela