Historia de un padre que perdió a su hijo y lo recuperó
Dios puso a prueba la fe de Abraham y le ordenó que tomara a su único hijo, Isaac, y lo llevara- en camino de tres días- a un monte y allí lo sacrificara.
Abraham acató la voz divina y cuando estaba a punto de sacrificar a su hijo un ángel celestial detuvo su mano; y en lugar de su hijo sacrificó un carnero.
¿Por qué esa orden? ¿Que un padre sacrifique a su hijo para demostrar el amor a Dios?
Esta es una parte de una historia mayor. Es la historia de un hombre llamado Abraham y de su mujer Sara, que hubieron de dejar su tierra natal y fueron a una tierra desconocida (Canaán) por invitación de Dios, para un destino superior. Cuando llegaron a esa tierra, Abraham encontró la bendición en la economía, en sus bienes y en sus haberes. Pero hijo no tenía. Él y Sara se sentían destruídos. Creía en Dios y quería un hijo.
Sara, en un momento de desesperación, le pidió a su esposo que se acostara con la concubina (egipcia) Hagar para darle un hijo. Creía que podía adoptar ese hijo. Nació Ishmael, pero no se adaptó ni fue adoptado. Hijo de Abraham, sí, pero no de Sara.
Después quiso Dios que la anciana Sara tuviera su hijo Isaac. Hubo odios y rencores entre el hijo de la sierva y el hijo de la señora. Finalmente- la Biblia lo cuenta todo- el hijo de la sierva y su madre fueron expulsados al desierto, donde Dios se apiadó de ellos.
Volvamos a Isaac: ¿Cómo fue la alegría de esos padres?
Muy grande.
¿Cuán grande? ¿Cómo se mide?
Tan grande como el banquete que hicieron cuando Isaac fue destetado.
Vino entonces la gente importante de la comarca, los vecinos, los amigos. Gran fiesta.
Dicen los comentaristas que la gente de la zona no creía que Isaac fuera hijo de Abraham y Sara, ancianos ambos. Por eso organizó Abraham tamaño festejo. Quería que todos asistieran y vieran con sus propios ojos el retoño de su propiedad; era suyo, no de otros.
Y todos vinieron y vieron que "amamantaba hijos Sara" ¿Hijos? ¡Si tenía uno solo!
Explican los estudiosos del tema que Sara, para desmentir infundios, no se limitó a publicitar su leche materna con su hijo Isaac, sino que tomó otros niños de otras madres y también a ellos alimentó. Por eso está escrito "amamantaba hijos Sara".
Una historia donde entran a funcionar los resortes más elementales de la maledicencia, la competencia, los celos, la envidia, la venganza.
Ése era el motivo del banquete: un acto social de demostración, maternidad y poder. El hijo, añorado, soñado, rezado, fue olvidado. Ya lo tenían; ya estaba en casa. Ya no era problema. Era cosa. Algo que se tiene, que está, que se encuentra, que dura, como un mueble.
Es entonces que Dios convoca a Abraham para que se desprenda de esa cosa llamada hijo...
Esta historia continúa...
Autor: Jaime Barylko-
De su libro: "El miedo a los hijos"
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