En el mes de diciembre de 1223, San Francisco vivía haciendo vida contemplativa en una ermita del Valle de Rieti. Fue ahí donde, con licencia de Su Santidad el Papa Honorio III celebró la fiesta de Navidad en una cueva cercana al pueblito de Greccio, en la que hizo poner una imagen del Divino Niño en un pesebre con paja, un buey una mula. En el mismo pesebre se celebra la Eucaristía con gran solemnidad de música y luces. Este fue el primer Nacimiento que se puso en la Fiesta de Navidad. Desde entonces fue tradicional en las iglesias franciscanas el representar en esta fiesta la cueva de Belén, costumbre que después, rápidamente se extendió en los hogares cristianos.