Escrito por Dr. Jonh C. Maxwell Continuando con el tema de tener una nueva perspectiva de lo que es el 'fracaso', ahora quiero compartir con ustedes siete habilidades que tienen los triunfadores y que los capacitan para no dejarse vencer por los errores que cometen, sino que los hacen seguir hacia adelante:
1. Los triunfadores rechazan el rechazo:
El escritor James Allen dice: «Una persona es literalmente lo que piensa, su carácter es la suma de todo su pensamiento». Esta es la razón de por qué es tan importante pensar en la forma correcta.
La gente que no se rinde se mantiene probando porque no basa su autoestima en lo que realiza. En lugar de eso, tienen una autoimagen basada en lo interior. En lugar de decir: «Soy un fracasado», dicen: «Fallé esta vez», o «cometí un error».
El sicólogo Martin E. Seligman cree que cuando fallamos tenemos dos opciones: Podemos interiorizar o exteriorizar nuestro fracaso. Dice que «cuando falla, la gente que se culpa tiene un pobre concepto de sí misma, cree que no vale nada, que no tiene talento, que nadie la quiere. Pero la gente que culpa a factores externos no pierde su autoestima cuando la golpean hechos negativos». Para mantener la perspectiva correcta, asuma la responsabilidad por sus actos, pero no tome sus fracasos como cosa personal.
2. Los triunfadores ven el fracaso como algo temporal:
Para la gente que personaliza los fracasos los problemas son como un hueco que los está succionando permanentemente. Pero los triunfadores ven las cosas como algo temporal. Por ejemplo, tomemos el caso del presidente Harry S. Truman. En 1922 tenía treinta y ocho años, estaba lleno de deudas y no tenía trabajo. En 1945, era el líder más poderoso del mundo libre, ocupando la oficina más importante sobre la faz de la tierra. Si hubiese visto su fracaso como algo permanente, se habría quedado donde estaba y jamás habría podido mantenerse probando y creyendo en su potencial.
3. Los triunfadores ven los fracasos como acontecimientos aislados:
En cierta ocasión, el escritor Leo Buscaglia hizo referencia a su admiración por la experta en cocina Julie Child: «Me gusta su actitud. Dice: 'Esta noche vamos a hacer un suflé'. Y con un golpe por aquí, un batido por allá y una serie de aparatos que deja caer al piso hace todas esas cosas maravillosamente humanas. Luego toma el suflé y lo mete en el horno y conversa con usted por unos momentos. Finalmente, dice: '¡En un minuto estará listo!' Pero cuando abre el horno, el suflé está delgado como un panqué. ¿Pero se desespera por eso y rompe en llanto? ¡No! Sonríe, y dice: 'Bueno, no se puede ganar siempre, así es que ¡buen provecho!'»
Cuando los triunfadores fallan, ven el fracaso como algo temporal, no como un mal para toda la vida. No es una cosa personal. Si usted quiere triunfar, no permita que un incidente aislado afecte la opinión que usted tiene de sí mismo.
4. Los triunfadores son realistas en lo que esperan:
Mientras más grande sea la hazaña que usted quiera alcanzar, mayor será la preparación mental que necesite para vencer los obstáculos y perseverar en el largo camino que tiene por delante. Si quiere dar un paseo por la manzana donde vive, lo más seguro que no esperará encontrarse con problemas. Pero bien distinto sería si se propusiera escalar el Monte Everest. Esto exige tiempo, esfuerzo y la capacidad para vencer los contratiempos.
Tiene que enfrentar cada día con expectativas razonables y no dejarse abatir cuando las cosas no salgan como usted quiere. Ilustra bien este punto algo que ocurrió en el juego que inauguró la temporada de béisbol en el año 1954. El juego era entre los Bravos de Milwaukee y los Rojos de Cincinnati. Por cada equipo hacía su debut en grandes ligas un novato.
El novato que jugaba por los Rojos impulsó cuatro dobles y ayudó a su equipo a ganar por nueve carreras a ocho. El novato de los Bravos quedó cero por cinco. El jugador de los Rojos era Jim Greengrass, un nombre que quizás no haya vuelto a escuchar. El otro nombre, del jugador que no logró nada en aquel juego, posiblemente le resulte más familiar. Se trata de Hank Aaron, quien llegó a ser el mejo «jonronero» en la historia del béisbol.
Si las expectativas de Aaron en aquel primer juego hubiesen sido exageradas, quién sabe qué habría sido de él como beisbolista. A lo mejor habría dejado de jugar. Sin duda que su actuación de aquel día no le produjo ninguna satisfacción, pero él no pensó que había fracasado. Había trabajado muy duro durante mucho tiempo. No se daría por derrotado fácilmente.
5. Los vencedores se concentran en lo que pueden hacer:
Otra manera en que los vencedores evitan personalizar sus fracasos es poner su atención en sus capacidades. Bob Butera, ex presidente del equipo de jockey «Los Diablos» de New Jersey, respondió así a una pregunta que le hicieron sobre qué es lo que hace a un vencedor: «Lo que distingue a un vencedor de un perdedor es que el vencedor se concentra todo el tiempo en lo que puede hacer, no en lo que no puede hacer. Si un jugador es bueno para tirar a la portería del equipo rival, pero no es bueno para desplazarse por la cancha, le decimos que se concentre en tirar, tirar y tirar, nunca en que un rival puede ganarle en el patinaje. La idea es que siempre piense en sus triunfos».
Si una debilidad es cuestión de carácter, hay que prestarle mucha atención. Concéntrese en eso hasta que la supere; lo mejor para transformar los fracasos en victorias es desarrollar y maximizar las capacidades personales.
6. Los triunfadores varían las estrategias:
En The Psychology of Achievement, Brian Tracy escribe acerca de cuatro millonarios que hicieron su fortuna a los treinta y cinco años de edad. Invirtieron en un promedio de diecisiete negocios antes de dar con el que los llevaría a la cima. Se mantuvieron probando y buscando hasta que encontraron algo que sí funcionó.
Los triunfadores son proclives a variar sus estrategias. Esto es importante en cada esfera de la vida, y no en la de los negocios solamente. Por ejemplo, si usted es un fanático de las competencias atléticas sin duda que disfrutará viendo a los atletas compitiendo en la prueba de salto alto. Siempre me asombra las alturas alcanzadas por hombres y mujeres en esta prueba. Lo que es realmente interesante es que en la década de los 60, esta disciplina sufrió un cambio radical de técnica que permitió a los atletas superar viejas marcas y establecer nuevas mucho más ambiciosas.
La persona responsable para tales cambios fue Dick Fosbury. Mientras los atletas de salto alto anteriores usaban el método de abalanzarse sobre la barra de frente, con un brazo y una pierna adelante, Fosbury desarrolló una técnica que lo lanzaba de espaldas sobre la barra. Se le llamó la caída Fosbury.
Desarrollar una nueva técnica para el salto alto era una cosa. Hacer que fuera aceptada por los demás era otra. Fosbury recuerda: «Se me dijo una y otra vez que no tendría éxito, que no sería competitiva y que sencillamente la técnica no funcionaría. Y todo lo que yo hacía era sonreír y decir: 'Ya lo veremos'».
Y la gente lo vio. En 1968, Fosbury ganó la medalla de oro en los juegos olímpicos de México, superando la marca olímpica anterior y estableciendo una nueva marca mundial. Desde entonces, casi todos los grandes saltadores del mundo usan su técnica. Para lograr sus metas, Fosbury cambió su estrategia para el salto alto y con ello no permitió que la gente se refiriera a él como un fracasado.
7. Los triunfadores siempre insisten:
Todos los triunfadores tienen en común la habilidad de insistir después de un error, falta, o fracaso. La sicóloga Simone Caruthers dice: «La vida es una serie de resultados. A veces el resultado es lo que uno quiere. Grandioso. Piense en lo que hizo bien. A veces el resultado es lo que usted no quería. Grandioso. Piense en lo que hizo y que no volverá a hacer». Esa es la clave para intentarlo de nuevo.
Los triunfadores están siempre dispuestos a avanzar sin importar lo que ocurra. Y eso es posible porque no olvidan que los fracasos no los convierten en personas fracasadas. Nadie toma los errores como cosa personal. Esa es la forma para que usted no se considere un fracasado.