London Eye
Los domingos son raros. Aunque haga sol, son días extraños.
Desde mi casa se podía ver una gran noria, cerca de la montaña. Cada tarde me paraba durante largos tiempos mirando como giraba despacio, y su lentitud acompañaba mis pensamientos también pausados.Era mi momento de reflexión, donde nada existía para mí, sólo aquella gigantesca noria roja que se convertía en una miniatura vista desde mi ventana.Pensaba en lo que hacía y lo que quería hacer, pero sobretodo pensaba en lo que quería ser de mayor y siempre me venía lo mismo a la cabeza; contar cuentos. Entonces empezaba a volar mi imaginación. Me disfrazaba y creaba un universo en aquella habitación azul con la noria roja de fondo. Mi público asistente eran mis peluches, que escuchaban atentos todas mis historias cargadas de fantasía y purpurina.Un domingo, sobre las siete de la tarde me disponía a calzarme mis zapatos rosas, mi capa de mago y mi pintalabios con brillantina cuando en el reflejo del espejo que ocupaba parte de la pared de mi habitación ví como la noria no giraba. Me acerqué a la ventana para comprobarlo y fijé mi mirada en el halo rojo. Efectivamente no se movía ni tenía intención de hacerlo, igual que mi imaginación y mis ganas de contar. Estuve apoyada en la ventana hasta que se hizo de noche esperando su danza, pero no me sacó a bailar. Al poco tiempo me encontré un libro de psicología que hablaba sobre la felicidad, decía que la gente que está triste el domingo por la tarde es porque es ansiosa, porque piensa que ya se acaba el fin de semana y empieza otra semana nueva y que por el contrario no valora los días y las horas de disfrute que ha vivido ni tampoco los que quedan por delante hasta llegar el lunes. No me convenció; sigo pensando que los domingos a las siete de la tarde son tremendamente tristes.No es una visión pesimista, es la palabra Domingo, es la noria parada. Estoy segura que si se llamara lunes, no lo sería tanto, pero entonces, ¿el lunes como se llamaría? ¿Domingo? Sí, se llamaría Domingo y no sería triste. Pasamos demasiado tiempo ocupados en trabajar, correr, solucionar, en fin; en vivir, y no nos queda tiempo para pensar en si es triste o no un domingo por la tarde y ni siquiera para fijarnos en si hay algo imprescindible en nuestra vida que no se mueve ni tiene intención de hacerlo y porqué.La noria se estropeó y tardaron más de un mes en repararla, un mes que para mi fueron años. Por eso cuando siento que algo se detiene a mi alrededor, intento detenerme yo para arreglarlo.
( de la red ).-
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