Fuente: Riesgo y Recompensa. http://spanish.bilinkis.com/ ¿Qué es TEDx?
TED es una conferencia anual que reúne a muchos de los más grandes
pensadores y hacedores mundiales, para que compartan aquello que
los apasiona. La idea es que ellos presenten sus ideas para que el
conocimiento y la inspiración que eso genere contribuya a cambiar
actitudes, vidas y, como resultado de eso, el mundo.
Un tiempo después comenzaron a compartir gratuitamente los videos de
las charlas en internet. Y a partir de eso el fenómeno TED alcanzó
escala global. Las charlas de TED son increíbles y algunas están
empezando a subtitularse en español.
La buena noticia es que TED habilitó hace unos meses la posibilidad
de organizar de manera independiente eventos TEDx en diversas
partes del planeta. ¡Y un grupo de personas organizó un proyecto sin
fines de lucro para armar TEDxBuenosAires!
En el mismo espíritu de difundir ideas, TEDx es un programa de
eventos locales auto organizados que reúnen gente en una experiencia
similar a TED. En un evento TEDx se combinan videos de TED y charlas
en vivo para disparar una discusión y conexión profunda entre los
asistentes. Los eventos se llaman TEDx, donde la x=”evento
TED organizado independientemente”.
La Conferencia TED da lineamientos generales para el programa pero
no participa en la organización.
¿Cuál fue la idea de TEDxBuenosAires?
La idea fue armar una conferencia TEDx en Buenos Aires, reuniendo
a varias de las personas con las ideas más extraordinarias de
la Argentina.
El objetivo; identificar y difundir ideas y contenidos que impacten
positivamente a la Argentina de hoy y del futuro.
Artículo de Santiago Bilinkis: 'Mi balance de TEDxBuenosAires'
http://spanish.bilinkis.com/2010/04/mi-balance-de-tedxbuenosaires/
Creo que lo primero que tengo que decir es que para mí todo
el proceso de preparación del evento fue muy duro y frustrante.
Por un lado, por las dificultades que implica en la organización de
algo así amalgamar diferentes visiones entre personas grandes y con
opiniones fuertes. Este era el prototípico caso donde si uno quiere ir a
la montaña y otro a la playa, promediar yendo a la Pampa Seca era una
pésima idea. Por eso, fue super trabajoso construir consensos que no
fueran meros promedios de voluntades encontradas. Si cobrar o no la
entrada, cómo asignar los lugares, cómo financiar el evento, etc.
fueron todas áreas donde pasamos muchas reuniones arando en el barro
hasta poder avanzar. Yo creo que más allá del acuerdo o desacuerdo
con el método elegido, los que se enojaron mucho por que las entradas
se asignaran por sorteo no se imaginan el tiempo que pasamos discutiendo
cada una de esas cosas tratando de encontra la mejor solución.
Por otro, la frustración que me daba muchas veces el contacto con la
gente interesada en asistir al evento. En el equipo teníamos roles bien
claros y a mí me tocó ser junto a Vanesa Kolodziej la cara visible hacia
la gente y recibir todos los mails enviados al mail del TEDx. Y eso me
hizo receptor de muchas de las reacciones desagradables a lo largo del
camino. En todo el proceso pude ver de primera mano muchas de las
peores cosas de los argentinos:
- Incapacidad absoluta de cumplir reglas: A mí me importa MUCHO
que se cumplan las reglas. Qué se le va’cer… Soy así.
Pero cada vez que pusimos una fecha límite para hacer algo
(anotarse, acreditarse como prensa, invitar gente, etc.) todas las
fechas límites fueron masivamente inclumplidas, dejándonos al límite
de poder cumplir nuestros compromisos y poniéndonos en el brete de
hacer cumplir a rajatabla nuestras propias reglas a costo de dejar
montones de personas afuera o ceder a la marejada de incumplidores.
Cada vez que tuve que extender un plazo (decenas de veces),
lo hice resoplando bronca.
- Crítica a las reglas mismas, siempre y cuando
no sean las reglas que te convienen:
Para mí lo más lúcido sobre el tema del sorteo lo dijo N3RI acá.
Muchos creen que la regla más apropiada es siempre aquella que más
los favorece. Pocos pueden ver el “big picture” y pensar que en una de
esas lo que es mejor de manera colectiva no lo es en su caso individual.
La dificultad de ceder un poco cada uno para mejorar un proyecto
colectivo es una de las grandes falencias que tenemos como país y acá
una vez más se vio a pleno.
- Descreimiento sobre la transparencia de las cosas:
Será porque en muchos terrenos viven cagándonos, pero la realidad
es que los argentinos desconfiamos de todo y de todos.
Queda especialmente claro en la reacción de algunos comentaristas
extranjeros al hecho del que el sorteo haya sido con escribano.
En este caso, esto se vio en las completamente infundadas acusaciones
de fraude post sorteo, pero también en los que decían que era todo una
farsa y que en realidad todas las “figuritas” que se quedaron afuera
iban a aparecer como por arte de magia después.
- El “chapeo” como herramienta básica:
Montones de los mails que llegaron pre y post sorteo empezaban diciendo:
“Hola. Yo soy el (completar con lo que gusten):
1) subsecretario del organismo regulador del cultivo de chauchas
de la localidad de San Antonio de Giles;
2) el Gerente General de “Gran empresa S.A.”, principal exportador
argentino de clavos miguelito;
3) el titular de la cátedra de “Introducción a la Astrología científica
comparada” de la Universidad de Villa Calamuchita”.
Siempre movilizados por la convicción profunda de ser tan importantes
que las normas no aplican a ellos. Incluso alguna persona importante
llegó a “informarnos” que venía, pese a ni haberse inscripto
para el sorteo.
- La puteada como primer paso y después vemos:
Cada vez que mandamos un mail con información, montones de
personas respondían protestando sin siquiera haber leído lo que
abíamos escrito. El mejor ejemplo fue el proceso de registración para los
últimos 160 lugares. El lunes mandamos un mail diciendo que al día
siguiente cada pre-registado recibiría un link para participar del proceso
el día miércoles. Cientos de personas respondieron a ese mensaje
protestando porque no estaba incluido el link. Cuando el martes se mandó
el link (tal cual se había anticipado) volvimos a insistir en el texto que había
que clickearlo recién el miércoles a las 10 o 19. Cientos de mails se
quejaron el día martes de que el vínculo no funcionaba…
Respondí TODOS los mails que recibí (excepto uno!).
Pero confieso que tuve que echar mano a infinita paciencia zen
para responder a algunos de esos mensajes de una manera educada.
Pero…
Por esta suma de cosas, llegué al evento con una sensación de
agotamiento y fastidio absolutos.
Estaba totalmente decidido a nunca más organizar un TEDx.
¡Y entonces ocurrió el milagro!
Nosotros, preocupados por la característica impuntualidad argentina,
insistimos mucho con que la gente llegue temprano.
Y llegúe a La Rural poco después de las 7:15AM y me llevé la primera
sorpresa: a esa absurda hora, casi de noche aún,
¡30% de las personas ya estaban acreditadas! Para las 8:30, media hora
antes del inicio, ¡había llegado TODO EL MUNDO!
Empezamos el primer bloque EXACTAMENTE a la hora programada,
detalle que para otro podría ser estúpido y para mí fue motivo de
un pequeño orgasmo racional.
Al rato vino el primer “break” de una hora. Estaba prohibido reservar
lugares para el siguiente bloque y para mi absoluta sorpresa
NADIE LO HIZO!.
Pero igual le dije a Gerry Garbulsky: “Ahora se nos van a
desbandar todos y va a ser imposible volver a meter a toda la gente en
la sala a tiempo. ¿Cómo vamos a “arrear” a todos?”.
Una vez más, vi incrédulamente como 10 minutos antes de que el
segundo bloque empezara ya estaban todos en sus lugares esperando
y con el arranque a tiempo del segundo bloque tuve mi
segundo éxtasis del día.
Así siguió todo desde el punto de vista organizativo.
IM-PE-CA-BLE. Y si bien hay un gran mérito de las personas
del equipo que se ocuparon de eso (que no soy yo) y de la gente
de La Rural, nada hubiera sido posible sin estos mismos argentinos
que de repente resultaban irreconocibles comparados a sí mismos
antes del evento.
Hubo charlas para todos los gustos. A mí, como a todos, me gustaron
algunas más que otras. Pero hablando después, vi que había una gran
variedad entre las que más y menos le gustaron a diferentes personas.
Así que creo que no tuvo que ver tanto con que hubiera buenas y malas
sino con el interés o gusto personal de cada uno.
Sin embargo, trabajamos durante meses con cada orador y aún así
me quedé con la sensación de que en algunos casos no logramos
“sacar lo mejor” con cada uno.
Lo que yo disfruté más de la preparación fue el honor de trabajar
con Alberto Kornblihtt, Mariano Sigman y Luis Moreno Ocampo en
la preparación de las charlas de ellos.
Para los que no pudieron verlas, las charlas van a estar online en
unas dos semanas. A mí me gustaron mucho la gran mayoría pero me
encantó la de Gabriel Gellon. Para mí, como dije en Twitter,
fue la revelación del TEDx.
Como organizador que fui, de todos modos, mi opinión sobre el
evento en general probablemente sea sesgada. Así que los invito a leer lo
que otros tuvieron para decir. Las repercusiones en blogs y diarios fueron
muchísimas, algunas elogiosas, otras críticando.
Acá comparto con ustedes las que recibí a hoy:
Fresco 101, TD, Perfil, Dr Jay, Aryentina, Página/12 1,
Página/12 2, Página/12 3, Página/12 4,
Crítica, Sitemarca, Clarisa Herrera, Clarín, HyC,
La Nación, Eblog, Leo Davies, Unoypunto, Tuti, El Cronista,
PaP, Nomades, Mirineth (en inglés), Slugsdotcom,
AmericaLate, Masquenoticias, Imagen y Mercado
Epílogo:
Cuando el evento terminó, no podía creer lo que había sido ese día.
Nada lo resume tan bien como este texto que apareció ayer
en Página/12 y creo que fue escrito por Adrián Paenza.
Se titula “Suiza” y dice:
“Hubo 5400 inscriptos. Sólo 1400 fueron acreditados.
Cada uno traería su DNI (o equivalente) que lo identificara.
Todos lo trajeron. Se suponía que no habría demoras. No las hubo.
Se suponía que no sería burocrático el trámite para acceder. No lo fue.
Se suponía que no habría personas VIP que tendrían acceso asegurado. No los hubo.
Se suponía que las sesiones empezarían a las 9 de la mañana.
A las 9 en punto se apagaron las luces.
Se suponía que la gente desactivaría los celulares
(o los pondría en vibrador). Y en 12 horas no sonó ninguno
dentro de la sala.
Se suponía que los oradores hablarían 18 minutos cada uno.
Y así lo hicieron. Todos. Sin excepciones.
Se suponía que la gente dejaba el auditorio para que pudieran limpiarlo
en tres oportunidades. Nadie se podía quedar. Nadie se quedó.
Se suponía que nadie podía reservarle el asiento a nadie. Nadie lo hizo.
Se suponía que no habría preguntas desde el público. No las hubo.
Se suponía que nadie entraba mientras alguien estaba disertando.
Nadie lo hizo.
Las “reglas del juego” las propuse casi con mis primeras palabras.
Hicimos un acuerdo tácito entre todos. Fue curioso: lo cumplimos.
Me fijé bien. Fue en Buenos Aires. Por doce horas, parecíamos suizos.
¿Cómo? ¿Se podía entonces?”
Yo no lloro nunca. Mi mamá dice que sólo me vio llorar cuatro veces
en la vida. Jamás en púbico. Me dio mucha vergüenza pero al final
del TEDx fue la quinta. Mi hijo más grande me miró con ojos desorbitados
y me dijo: “Papá, ¿¿¿estás llorando???”.
Lloré por la emoción postergada de muchas de las charlas,
por el cansancio acumulado de noches y noches de trabajo muy intenso,
pero sobre todo porque después de tantas semanas de ver el lado más
oscuro de los argentinos, esas 1,400 personas me dieron una inyección
mayúscula de esperanza. Me hicieron sentir que todo valió la pena.
Y que si todos queremos a este país lo sacamos adelante.
Autor: Santiago Bilinkis, Co-Organizador de TEDx Buenos Aires,
extraído de Riesgo y Recompensa,
http://spanish.bilinkis.com/
Autor: Santiago Bilinkis, Co-Organizador de TEDx Buenos Aires | Fuente: Riesgo y Recompensa
|