En un mundo que tiende a calificar la inocencia como estupidez, se desenvuelven los niños tiernamente envueltos entre risas ocurridas, canciones de cuna, juguetes y divertidos juegos que sólo ellos entienden.
Qué bueno sería que aprendiéramos a ser como ellos un poco más, que pudiéramos disfrutar como ellos de lo básico, lo que no se compra porque es gratis en la vida, la ingenuidad con la que los Niños matizan su horizonte es la que les permite ver tantas veces más claro que los demás.
Niños hay que aún no son respetados como tal, niños hay que trabajan en vez de estudiar, niños hay que lustran botas en vez de jugar. Para aquellos niños marginados de sus derechos, van estas líneas, porque no debemos estar tranquilos hasta ellos tengan la posibilidad de crecer en un ambiente más seguro y menos abyecto. Niños desaparecidos, niños violentados, niños sufrientes del mundo elevan día a día sus voces para que les escuchemos, porque ellos no deben seguir ignorados.
Dentro de cada uno de nosotros siempre existirá un niño con ganas de salir a jugar entre la hierba, con ganas de reír sin vergüenza, sin temor a la opinión ajena. Alimentemos a ese niño que llevamos dentro y aprendamos de él, de su frágil pero elástico cuerpecito juguetón, de sus gráciles miradas llenas de inocente pasión, de sus risas abiertas, francas y profundas.