Paseo por la playa, observo el mar, su oleaje, la brisa......
Algo me llama la atención en su forma y logro adivinar como una ola se transforma en el rostro de un niño que me busca. Me inquieta su mirada y hecho a correr. Me siento asustada y me embarga la emoción; lloro, no sé porqué. Mientras esa ola se va acercando y sigo corriendo, y me doy cuenta que mis pasos no van en la dirección contraria y entonces me detengo y lo observo fijamente. Me arrastra, me siento hundida, sumergida en su interior, mientras millones de burbujas de aire ascienden a través de un rayo de luz. Dios mío, no puedo salir!! Es cuando vuelvo a ver su rostro, su mirada. Esa mirada que me habla, que intenta calmarme y sin fuerzas para luchar lo único que me queda es acercarme a él. ¿Porqué me temes?- me pregunta. No hallo respuesta, no tengo oxígeno, me siento morir. No debes abandonar, lucha!!- me grita. Yo te necesito, ¿me oyes?. ¡¡Te necesito!! ¡¡mamá!! Entonces reacciono, abro mis ojos e inesperadamente busco la luz que me indica el camino a mi libertad, mi aire. Dios mío, he salido!! la sensación de vivir me invade. Pero...¿dónde está el niño?. Lo busco y no lo encuentro. Ha desaparecido. Siento nostalgia, una parte de mí se ha ido con él. Cuando llego a casa pienso en lo ocurrido y algo en mí me dice:
"Todos llevamos un niño dentro, no ahoges su llanto, escúchalo. Es cuando te sentirás libre; porque habrás desatado las cadenas que te oprimen, las cadenas del verdadero significado del coraZONn
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