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Desde que yo era niño, como era muy travieso,
mi madre, para quitarle importancia
a alguna travesura que yo hubiera hecho,
siempre me decía con todo cariño,
¡que cosas se le ocurren es este niño!.
Ella lo decía para tapar mis defectos ante los demás
y para desviar la atención y que no hablaran de mí.
Y así fue una y otra vez durante toda la vida,
hasta que ella se fue al cielo y nos dejó.
Así que hoy, como es mí cumpleaños
y en su honor, se me ha ocurrido recordarla
y me ha parecido buena idea el mirar al cielo,
para verla y darle un beso de ficción.
Es posible que hasta la haya visto,
porque hoy hace un día esplendido
y solo había dos brillos en el cielo,
que brillaban como el sol.
Son los ojos de mi madre,
que me devuelve el saludo
a través de la distancia
lleno de amor y ternura
de cariño y comprensión
con algunas lagrimitas
que por culpa de su ausencia
se asoman al exterior
porque ella también me quiere,
igual que la quiero yo.
Un beso a mi madre buena,
yo siempre estaré contigo
porque te llevo metida
dentro de mi corazón.
Antonio Jurado
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