Las agujas del reloj
del tiempo
parecen no avanzar
en determinadas ocasiones,
como si estuviesen esperando
un impulso de energía,
un empujón que las haga
volver a bailar
alrededor de la esfera,
besando con sus fríos labios
los números de tinta negra.
Sin embargo, el tiempo
sigue avanzando aunque
parezca que las agujas no se muevan.