Te permito que te adentres en un idílico encuentro, buscando el filo, y el centro de nuestros dóciles vientres.
Y así poder confundirnos entre sudores y espasmo, que yo con mi boca plasmo, allí en tu pecho al fundirnos.
Y serás mi prisionero me robaré tu libertad; de mi inmensa inmensidad, serás tú siempre el primero.
Brama mi piel loco aroma iluminando tu mundo con el sentir más profundo de la luna cuando asoma.
Y postrado ante mis ojos confundidos en el lecho, excitada entre tu pecho me rindo ante tus antojos.
Y asido estas de mi cumbre con tus caprichosos dedos, sin hacerte de más credos un incendio es tu techumbre.
Loco amanecer de estrellas derramadas en el cielo, que derriten suave el hielo, de mi cuerpo cual centellas.
Y poseerás mi fuerte... sin cadenas ni grilletes, dos cuerpos en ramilletes, que enfrentando van la muerte.
Tu piel febril me asesina, muerte así, podría darte y morir de tanto amarte, bajo la luna opalina.
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