A mis amigos les adeudo la ternura, y las palabras de aliento y el abrazo; el compartir con todos ellos la factura que nos presenta la vida paso a paso.
A mis amigos les adeudo la paciencia de tolerarme las espinas más agudas, los arrebatos de humor, la negligencia, las vanidades, loa temores y las dudas.
Un barco frágil de papel parece a veces la amistad, pero jamás puede con él la más violenta tempestad;
porque ese barco de papel tiene aferrado a su timón por capitán y timonel, un corazón, un corazón, mi corazón.
A mis amigos les adeudo algún enfado que perturbaba alguna vez nuestra armonía; sabemos todos que no puede ser pecado el discutir alguna vez por una amiga.
A mis amigos legaré cuando me muera, mi devoción en un acorde de guitarra, y entre los versos olvidados de un poema, mi pobre alma incorregible de cigarra.
Un barco frágil de papel parece a veces la amistad, pero jamás puede con él la más violenta tempestad; porque ese barco de papel tiene aferrado a su timón, por capitán y timonel, un corazón, un corazón, mi corazón.
Amigo mío, si esta copla, como el viento, a donde quieras escucharla, te reclama, serás plural, porque no exhibe el sentimiento cuando se llevan los amigos en el alma. ALBERTO CORTEZ
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