Como talla el orfebre su diamante
poco a poco, sin prisa, con paciencia,
debes, joven, pulir tu inteligencia
con un estudio y un afán constante.
Tu criterio, de acero fulgurante;
de cristal luminoso, tu conciencia;
oro puro de ley, toda tu ciencia;
tu fe y tu caridad, de luz radiante.
Tallada así la joya y bien pulida,
han de ser un tesoro verdadero
las palabras que salgan de tu boca.
Y en el duro combate de la vida
tendrá tu corazón temple de acero,
tu voluntad, la fuerza de una roca.