7 maneras de identificar a un maestro de la manipulación.
La manipulación es una forma de chantaje emocional. Se pone en marcha una conducta para inducir a
l otro a que piense, sienta o actúe, sin darse cuenta, de la forma en que el manipulador quiere que lo haga.
Y ese es precisamente el gran problema de la manipulación: se trata de una conducta encubierta,
que no siempre es detectable para quien es víctima de ella. De ahí que muchos muerdan el anzuelo
y terminen permitiendo que los manipuladores se salgan con la suya.
Te hacen sentir culpable y no sabes por qué
Un maestro de la manipulación acude a la victimización constantemente. Es muy probable que tengan un “trauma tipo comodín”,
es decir, algún episodio difícil de su vida que siempre expone como
justificación para lo que hace de manera incorrecta.
La “infancia difícil”, los “hijos ingratos”, la “mala suerte” y otras fórmulas por el estilo son las favoritas de ellos
. Lo que los descubre es que exhiben con cierto orgullo esas cicatrices emocionales y hasta terminan ufanándose de ellas.
Te amenazan con sutileza
Amenazar indirectamente es una de las tácticas más recurrentes entre los manipuladores.
La han usado y la siguen usando desde los grandes líderes hasta los pequeños tiranos domésticos,
pasando por los avezados publicistas. Esta táctica consiste en prever el peor desenlace posible,
como consecuencia de alguna de tus conductas.
Descalifican lo que haces, a través de sarcasmos
Si algo detestan los manipuladores es la comunicación directa. “No te dicen perro, sino que te ofrecen un hueso”,
dice el adagio popular. Por lo general utilizan el sarcasmo para ridiculizarte o minimizar el valor de tus pensamientos,
sentimientos o acciones. El manipulador quiere que los demás se sientan inseguros e inferiores.
Un ejemplo de esto es cuando te envían un mensaje aparentemente amable,
pero que encierra un contenido bastante agresivo: “Tal vez si leyeras un poco más podrías tener amistades más selectas”.
Traducido quiere decir: “Eres una persona inculta y por eso tus amigos son unos pobres diablos”.
Casi siempre son encantadores
Los manipuladores típicos saben que “al caballo se le acaricia para montarlo”
. Normalmente comienzan su faena mostrándose agradables y maravillosos.
Te llenan de halagos y dan muestras de tener gustos exquisitos
, conversación súper entretenida y gran “sensibilidad” frente a tus expectativas.
Se autoproclaman jueces de tu vida
Sin saber cómo, de pronto el manipulador se convierte en una especie de “guía espiritual” para tu vida.
Son extremadamente hábiles diciéndoles a los demás cómo deben vivir,
aunque ellos mismos no pongan en práctica todo aquello que pregonan.
Te dan consejos o te exponen grandes máximas filosóficas.
Te indican lo que debes hacer, paso por paso. Si no resulta, te culpan a ti.
Él te dijo lo que debías hacer, allá tú si no seguiste al pie de la letra las indicaciones que tan generosamente te ofreció.
Un buen amigo, un buen consejero, no te dice lo que debes hacer.
Más bien te ayuda a que tú lo descubras, porque cada quien es diferente y la respuesta que es válida para “A”,
quizás no lo sea para “B”. Quien te quiere bien, te quiere libre, no dependiente.
Son hábiles para hablar y también para cambiar de tema
Los maestros de la manipulación suelen ser también maestros en el arte de la palabra.
Utilizan discursos floridos y fluidos. Tienen siempre a mano algún argumento sorpresivo o ingenioso,
aunque se base en la mentira.
Si te ridiculizan, diciéndote por ejemplo “Con ese vestido te ves como un pingüino”
y te molestas, enseguida añadirán “Lo siento, no pensé que fueras tan sensible a las bromas”.
Sí o sí, ellos ganan siempre. Son unos magos para hacerse los tontos.
Si los confrontas, probablemente no te responden. Desvían la conversación hacia otros temas y cuando menos te das cuenta,
están hablando de asuntos que nada tienen que ver con lo que le reclamaste inicialmente.
“Voltean la torta” con facilidad
“Voltear la torta” quiere decir que ellos rompen el vidrio, pero eres tú quien termina pagándolo
y ofreciendo excusas