En la Biblia, el profeta Jeremías comparte una visión inspiradora de la promesa de Dios: “Pondré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón”.
La Ley Divina es el principio espiritual que establece orden en el universo y en todo lo que existe en él. Es también la presencia viviente de Dios en mi mente, en mi corazón y en mi vida.
Mediante mi práctica de oración y meditación, me vuelvo receptivo a La Ley divina que obra en mi vida. Mi comprensión crece en armonía con esta ley y mi discernimiento me lleva a tomar buenas decisiones en cada área de mi vida. En el Silencio, suscito la sabiduría y el amor en mí. Comprendo que son parte de mi ser y permito que me guíen.