Soñando
Anoche te soñaba, vida mía, estaba solo y triste en mi aposento, escribía... no sé qué; mas era algo de ternura, de amor, de sentimiento. Porque pensaba en ti. Quizá buscaba la palabra más fiel para decirte la infinita pasión con que te amaba.
De pronto, silenciosa, una figura blanca y vaporosa a mi lado llegó... Sentí en mi cuello, posarse dulcemente un brazo cariñoso, y por mi frente resbalar una trenza de cabello. Sentí sobre mis labios el puro soplo de un aliento blando, alcé mis ojos y encontré los tuyos que me estaban, dulcísimos, mirando. Pero estaban tan cerca que sentía un yo no sé qué plácido desmayo, que en la luz inefable de su rayo entraba toda tu alma hasta la mía.
Después, largo, süave, y rumoroso apenas, en mi frente un beso melancólico imprimiste, y con dulce sonrisa de tristeza resbalando tu mano en mi cabeza en voz baja, muy baja, me dijiste: "-Me escribes y estás triste porque me crees ausente, pobre amigo; pero ¿no sabes ya que eternamente aunque lejos esté, vivo, contigo?"
Y al despertar de tan hermoso sueño sentí en mi corazón plácida calma; y me dije: Es verdad... ¡Eternamente...! ¿Cómo puede, jamás., estar ausente la que vive inmortal dentro del alma?
MANUEL MARÍA FLORES
SALUDOS DE TU AMIGA
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