ORILLAS DEL DUERO
Se ha asomado una cígüeña a lo alto del campanario. Girando en torno a la torre y al caseròn solitarío; ya las golondrinas chillan. Pasaron del blanco invierno, de nevascas y ventiscas los crudos soplos de infierno. Es una tibia mañana. El sol calienta un poquito la pobre tierra soriana.
Pasados los verdes pinos, casi azules, primavera se ve brotar en los finos chopos de la carretera y del río. El Duero corre, terso y mudo, mansamente. El campo parece, más que joven, adolescente.
Entre las hierbas, alguna humilde flor ha nacido, azul o blanca. ¡Belleza del campo apenas florido, y mística primavera!
¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera, espuma de la montaña ante la azul lejanía; sol del día, claro día! ¡Hermosa tierra de España!
ANTONIO MACHADO
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