
Los dedos desgranan las cuentas del Rosario:
“Padre nuestro que estás en el cielo
(y también conmigo aquí en la tierra)
Santificado sea tu nombre”
(Ahora y siempre)
“Dios te salve María
(María, Madre mía)
Llena eres de Gracia”
(y de amor para conmigo)
“Gloria al Padre, al hijo y al Espíritu Santo”
Y otra vez volviendo a comenzar.
“Hágase tu voluntad
(cuando , donde, como quieras)
Danos hoy nuestro pan de cada día”
(No te olvides de todos los niños que pasan hambre)
“Bendita Tú eres entre todas las mujeres
(porque nunca hubo ni habrá otra como Tú)
Y bendito el fruto de tu vientre”
(Bendito y alabado por siempre y para siempre)
Y vuelta a empezar.
Y mientras los dedos desgranan las cuentas,
con los ojos cerrados se traslada a la
Gruta de Fátima. Y la ve.
Como si alguna vez hubiera estado allí.
Y continúa con su letanía.
Y el Rosario de cuentas de cristal blancas y relucientes,
pasa por sus dedos, despacio, despacito,
Mientras, ella ora:
“No nos dejes caer en la tentación
(porque necesitamos encontrarnos contigo)
y líbranos del mal”
AMÉN
Elsa Lorences de Llaneza