
vagar a los perros sin dueño, ni amor,
caminar sin rumbo, sin que nadie llegue
a obrecerles pobres, pan de compasión.
Sin que nadie ponga una mirada en ellos,
sin que nadie sienta el mínimo dolor,
que no hayan pensado que uno de ellos puede
ser su fiel amigo, su guardián mejor.
Cuando por la calle veo tristemente
vagar a los perros sin dueño ni amor,
andando sin rumbo, por la mano ausente,
no encuentro la humana y extraña razón.
Yo tengo en mi perro, mi mejor amigo,
guardián de mis noches en mi corredor,
me lame las manos cuando lo acaricio.
Yo sé que los perros tienen corazón.
Mi casa es su casa, y en ella es testigo,
la quiere y defiende con todo valor,
y era un pobre perro de esos sin amigos,
como los que vagan sin ningún amor.
Lo socorrí un día, lo llevé conmigo,
le ofrecí alimento, ternura, calor....
Ya saben, si quieren un guardián y amigo
hay perros que vagan hambrientos de amor.
Julio Fernando Poggi