

Al contemplar el río de mi vida, de un antiguo dolor me quedé preso… y una voz murmuró muy dentro mío: “¡Desidentificate…! ¡No eres eso…!”
Después, al continuar el recorrido, me alarmaron mis faltas…mis excesos…, pero la voz prosiguió susurrando: “¡Desidentificate…! ¡No eres eso…!”
Me detuve en un cuadro en especial, que de una gran angustia estaba impreso…, y otra vez esa voz siguió diciendo: “¡Desidentificate…! ¡No eres eso…!”
Incluso ante los hechos más hermosos -¡cuando la vida nos regala un beso!-, también la voz de nuevo repetía: “¡Desidentificate…! ¡No eres eso…!”
“¡¿Qué soy entonces…?!”…pregunté enfadado y un poco confundido, -lo confieso-, “Eres –dijo la voz muy suavemente-, ¡el que planificó todo el proceso…!”.
Jorge Oyhanarte



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