Anopsia
En 1986 en Tijuana tuve una brusca subida de tensión y quedé durante varias horas privado de visión. Recuperé por fortuna mis ojos, pero no del todo. De aquel accidente me quedó como secuela una hemianópsia homónima, es decir, perdí los campos visuales colaterales. Esta es larazón por la que escrbí este soneto.
Qué descalabro brutal, qué manotazo ha tirado el destino a mis laderas, tener que ver el mundo sin riberas apenas por las lindes de mis brazos.
¿Cómo tendrá que ser la primavera de ahora en adelante y la nocturna mariposa de luz?, ¿cómo la urna de guardar las estrellas tempraneras?.
Tendré que descender por el espacio variando el acimut de mis contornos tratando de llegar, sin mas adornos que llegar, si es que llego, muy despacio.
¡Ay qué lento el camino de retorno! ¡Ay qué largo resulta este prefacio!.
ALBERTO CORTES
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